Categoría: Blog

La COMPASIÓN. Apreciarme tal como soy.

La COMPASIÓN. Apreciarme tal como soy.

La COMPASIÓN. Apreciarme tal como soy.

¿Qué es la compasión?

La COMPASIÓN es la oportunidad de apreciarme tal como soy. Es la base para una autoestima sana.

La compasión es la habilidad para relacionarme con el otro y conmigo misma sin poner primero el juicio. Mirarme con cariño y entender que soy humana, que a veces nos equivocamos, y que eso está francamente bien.

Pero… compasión me suena a tenerme pena. Qué no es la compasión.

Muchas personas hacen esa interpretación al escuchar por primera vez el término compasión en consulta. Efectivamente el término en castellano, desde la tradición cristiana, hace referencia a una acepción de esta palabra que implica matices de caridad “compadecerse”, “autocompadecerse”,  y esto provoca lógicamente cierto rechazo, resistencia. Sin embargo, en el presente artículo no nos referimos a esto. Desde la psicoterapia utilizamos el término compasión  semejante al término en inglés “compassion” proveniente de la tradición oriental, budista. Propone rebajar la rumiación excesiva, la autocrítica y elegir mirar con permiso y comprensión tanto a mi misma como a los demás.

Y yo, ¿sé poner en práctica la compasión?

  • Cuando cometes un error, ¿le das vueltas y te cuestionas?
  • Cuando acudes a una situación social novedosa, ¿te preguntas qué opinarán de ti y tú eres tu peor crítico?
  • En un atasco en la cuidad, ante el error de otro conductor, es frecuente enfadarse, pero, ¿te quedas con el enfado durante un rato e incluso con sensación de hostilidad durante la mañana?
  • Ante un conflicto pasado, ¿lo guardas con dolor y los recuerdos te remueven?
  • ¿Eres más exigente contigo misma de lo que te sentaría bien?

Si tu respuesta es afirmativa a una o más de estas situaciones, entonces, te animamos a que pruebes a entrenarte en compasión y autocompasión. Una mirada cariñosa hacia ti misma, que te ayude a no quedarte anclada en cuestiones del pasado y a no ser tu peor crítica.

¿Por qué no sé mirarme con cariño? Si quieres indagar un poco más y entender tus por qués, puedes leer otro de nuestros artículos sobre la autocompasión 

La compasión se compone de tres elementos:

  • Atención plena (o mindfulness)
  • Amabilidad
  • Humanidad compartida

Habrás escuchado sobre la práctica de mindfulness y entrenamientos destinados a ello. El mindfulness propone estar abiertos a la experiencia. Lo primero es darnos cuenta y a continuación elegir aceptar tanto la realidad de ese momento, como nuestra vivencia y emociones asociadas.

La amabilidad se refiere  a la mirada comprensiva, cariñosa, sin juicio, tan distinta de esa mirada autocrítica que utilizamos con demasiada frecuencia.

La humanidad compartida invita a darnos cuenta de que no estamos solos. De que todos formamos parte de lo mismo. Con similares miedos, deseos, expectativas e inseguridades, y desde ahí generar una sensación percibida de conexión y pertenencia entre nosotros, buen antídoto para la vivencia de la soledad y la incomprensión. El concepto de humanidad compartida arroja datos muy interesantes en la investigación universitaria sobre compasión.

¿Humanidad compartida?

Quiero contaros algo que me ocurrió durante una investigación. Organizamos una pequeña investigación para medir los efectos del entrenamiento en mindfulness en un grupo de adolescentes en el contexto de un gran hospital de referencia en Madrid. El momento más bonito de las ocho semanas de entrenamiento compartido con el grupo de chavales fue algo relacionado con la humanidad compartida:

Al entrenamiento asistíamos con constancia un grupo de chavales adolescentes seleccionados por algunas variables que lo hacían homogéneo y acompañábamos un equipo interdisciplinar de enfermeros, psiquiatras y psicólogos, realizando juntos los ejercicios como aprendices. Una participante adolescente que inicialmente presentaba niveles muy altos de ansiedad, autocrítica y conductas de evitación en situaciones sociales a las que no se atrevía a enfrentarse, durante las semanas de entrenamiento hizo una mejoría muy clara en su vida cotidiana. Me resultó especialmente significativo cuando tras la última sesión nos contó que lo que más le había marcado había sido la vivencia de la humanidad compartida.

En la tercera sesión, ante un ejercicio, una de las enfermeras, adulta, experimentada y habilidosa en sus áreas, tuvo un rato de llanto y mostró inseguridad sobre algo que había vivido. La adolescente se encontraba ensimismada rumiando sobre sus “grandes problemas” y al ver a la adulta mostrarse vulnerable, se sintió muy acompañada en ese momento y experimentó una sensación de humanidad compartida que le animó sin palabras a abrirse más a sus iguales en su vida cotidiana, a normalizar su malestar y a sentirse más acompañada y conectada con los demás.

Esto es la humanidad compartida.

Si quieres leer sobre personas a las que también les afecta el miedo a equivocarse, puedes empezar por el caso de Teo

La compasión es bidireccional.

Quizá tienes facilidad para mirar a las personas que más quieres sin juicio, siendo permisiva con sus errores y buscando lo mejor para ellos. Y al mismo tiempo, es probable que a ti misma te mires desde un filtro más duro, con más juicio. O quizá directamente la mirada sea dura en ambas direcciones. Pones un filtro exigente y crítico hacia el otro y hacia ti misma.

La manera en la que miramos al otro y a nosotros mismos está íntimamente relacionada. Incluso cuando toma dos colores distintos, forma parte de lo mismo.

Algunas personas tienen la fortuna y el acierto de tratarse con amabilidad a sí mismos, así como de ver a los demás con los mejores ojos. Sin embargo, esto no es lo más frecuente. ¿es tu caso?

 La compasión implica perdón.

Una mirada compasiva elije comprender que las cosas ocurrieron, fueron así. No es que las justifique ni me resigne, sino que decido aceptar lo que ocurrió. No me quedo enganchada en los hechos del pasado, repitiendo mentalmente aquello molesto que viví, si no que elijo poder seguir adelante. Una vez que estoy preparada, tomo activamente la decisión de perdonar y perdonarme.

Para perdonarme, previamente necesito reconocer y validar lo ocurrido. Si quieres leer sobre validación, pincha aquí 

Perdonar al otro significa un cierre de cuentas pendientes. Abandonar el deseo de venganza o compensación, que normalmente nunca llega si no que me mantiene enredada en el incidente. Perdonar me ofrece presente y futuro libre de cargas.

Y perdonarme a mi misma me ofrece verme de nuevo como una persona esencialmente buena, que se equivoca, que sigue aprendiendo de los errores y no se queda atascada tras cada traspiés. Esto promueve que me sienta más esperanzada y capaz hacia el futuro.

¿Y tú qué tal llevas esa mirada compasiva hacia ti misma?

 

Responsabilidad afectiva

Responsabilidad afectiva

Responsabilidad afectiva

 

¿Qué es la responsabilidad afectiva?

La responsabilidad afectiva se basa en hacernos cargo de los vínculos que establecemos y ser conscientes de que lo que decimos y lo que hacemos puede tener impacto en las personas con las que nos relacionamos, tanto positivo como negativo. Implica respetar sus necesidades, sin dejar atrás las nuestras. 

¿Por qué es importante la responsabilidad afectiva?

La responsabilidad afectiva es importante para que podamos establecer vínculos sanos y éticos definidos por el cuidado a través de la comunicación, la honestidad y la empatía.

Gracias a ella podemos evitar sumar un sufrimiento innecesario en nuestras relaciones, especialmente en momentos y circunstancias que de por si son difíciles y dolorosas.

 

¿En qué tipo de relaciones entra en juego la responsabilidad afectiva?

La responsabilidad afectiva es necesaria en todas las relaciones que establecemos. Se debería poner en práctica desde con una persona que nos para por la calle para preguntarnos algo  hasta con un miembro cercano de nuestra familia. Cuanto más íntimo es el vínculo, mayor podría ser la repercusión sobre la otra persona que tiene nuestra forma de relacionarnos.

 

¿Tengo responsabilidad afectiva en mis relaciones?

Si te estás haciendo esta pregunta, te invito a observar cuáles de las siguientes acciones que implican responsabilidad afectiva sueles poner en práctica:

 

  • Entiendo que lo que yo hago y digo puede afectar a la otra persona, asumiendo las consecuencias.
  • Acepto a la otra persona tal y como es.
  • Expreso mis emociones con asertividad y empatía haciéndome cargo de ellas. También mis deseos.
  • Respeto los límites de la otra persona y los acordados en común.
  • Cuido y acepto los cuidados.
  • Valido sus emociones y tengo en cuenta que su mundo emocional puede ser muy diferente al mío. Si quieres saber más sobre validación emocional tienes más información aquí. Puedo ayudar, pero no me hago cargo de emociones que no son mías.
  • Elijo cuándo y cómo priorizo las necesidades de la otra persona. No lo hago de forma sistemática y no renuncio a lo que es importante para mí.
  • Genero unas expectativas realistas sobre el futuro de la relación y dejo claras cuáles son mis intenciones. Hablo claramente de lo que quiero y espero en el vínculo, aunque la conversación pueda ser complicada.
  • Pido perdón cuando considero que me he equivocado mostrando mi arrepentimiento y preguntando qué puedo hacer al respecto a partir de ahora.
  • Sé que tengo derecho a llevar a cabo todo lo anterior.
  • Rompo los vínculos en los que no se me tiene en cuenta.

Si aún no pones en práctica alguna de ellas te animo a que comiences a intentarlo y a que pidas ayuda para ello si no te es sencillo.

 

¿Qué NO es responsabilidad afectiva?

Es importante saber también qué es lo que no deberías hacer en tus relaciones para tener responsabilidad afectiva en los vínculos. Para que te sea más fácil identificar qué debes evitar en la medida de lo posible, te dejo a continuación algunos ejemplos para que te preguntes si:

  • Te haces cargo de las emociones de la otra persona, incluso más que de las tuyas.
  • Ocultas información relevante.
  • Invalidas las emociones de la otra persona.
  • Pretendes o intentas que la otra persona cambie su forma de ser o actúe de una forma determinada.
  • Te saltas los límites establecidos y no cumples los acuerdos.
  • Evitas conversaciones sobre el vínculo que pueden resultarte incómodas o difíciles.
  • No comunicas tus propias emociones, pensamientos y deseos esperando que la otra persona los adivine.
  • Dices cosas que no sientes o piensas para que la otra persona haga algo que quieres.
  • Haces ghosting. Si quieres saber más puedes leerlo aquí.
  • Has tomado una decisión respecto a la relación y no la compartes.
  • No tienes claras tus expectativas y no lo cuentas.
  • No reconoces tus equivocaciones siendo consciente de ellas.
  • Mantienes vínculos en los que no quieres estar solo porque esa persona lleva mucho tiempo en tu vida o por no afrontar la ruptura.
  • No reconoces la responsabilidad afectiva como un derecho.

Si te has dado cuenta de que sueles caer en alguna de ellas y te apetece aprender a hacerlo diferente, de nuevo te animo a que comiences a intentarlo y a que pidas ayuda para ello si te es difícil.

Y recuerda que… no sólo tú debes tener responsabilidad afectiva en tus vínculos. Es importante que esté presente por ambas partes en una relación para que ésta sea sana.

Procura rodearte de personas con responsabilidad afectiva cuando elijas a las que forman parte de tu vida.

 

Mandatos familiares: reglas familiares no explícitas

Mandatos familiares: reglas familiares no explícitas

Hemos crecido en entornos familiares y esto nos ha condicionado en ser quienes somos. Puede gustarnos más o menos, pero de alguna forma, nuestras figuras de apego (puedes leer sobre apego aquí) han sido determinantes en la visión que tenemos sobre nosotros, sobre las relaciones y el mundo. Esto, ha implicado que hayamos tomado ciertas decisiones, a la hora de independizarnos o de formar nuestros propios núcleos familiares, para no repetir algunos patrones que no nos gustaban de nuestras familias. De la misma manera, mantenemos muchas cosas familiares que sí nos representan, con orgullo y con satisfacción.

 

Mandatos familiares

Existen normas, reglas, conductas y patrones que no son explícitos y que también vienen de nuestras familias a los que llamaremos mandatos familiares.  Hasta ahora, hemos hablado de cosas que hemos mantenido o no de nuestra familia de las que somos totalmente conscientes. Es muy posible que, leyendo el párrafo anterior, te estuviesen viniendo ejemplos de tú propia historia con tu familia. 

Sin embargo, hay mucho de nosotros no consciente y que también viene de nuestros orígenes familiares. Las figuras de apego y la familia que tenemos de pequeños, son el grupo al que pertenecemos y, en nuestra necesidad natural de vincularnos con ellos, aprendemos a ser y a funcionar en esta vida cómo ellos creen que es correcto. Así, nosotros seguiremos formando parte de ese grupo de pertenencia y seremos totalmente aceptados por ellos. 

Como hemos destacado, esto es algo natural y sano, totalmente inevitable que forma parte de nuestra naturaleza humana. La cuestión surge cuando vamos creciendo y empezamos a generar un yo independiente del grupo de pertenencia/familia. 

adolescenciaLa adolescencia o el proceso de individuación. 

La adolescencia tiene fama de ser una etapa muy complicada que implica muchos retos para las familias, pero también para el propio adolescente. Y es precisamente el hecho de que sea un poco más movida, lo que le hace ser una etapa de suma importancia. 

Como veníamos diciendo, la infancia es una época dónde necesito pertenecer a la familia. En cambio, en la adolescencia, los chicos y chicas se están preparando para ser dentro de poco un adulto, con todo lo que ello implica, especialmente, en términos de independizarse, formar sus propios proyectos y en un futuro, quizá su propio núcleo familiar. Por tanto, es una etapa de diferenciación, dónde lo normal es retar a la familia, querer hacer cosas distintas, explorar y descubrir el mundo con más libertad, tener más privacidad e intimidad, etc. 

Sabemos que esto resulta complicado para los padres, pero es algo sano. De hecho, si un adolescente no vive este proceso de individuación que estamos describiendo (de volverse individuo, separarse y diferenciarse del grupo de pertenencia familiar) es muy posible que de adulto pueda tener otros problemas. Es decir, ese proceso se tendrá que producir, pero quizá se haga ya en una etapa más adulta al no haberse producido en el momento natural, con lo que ello conlleva. 

Puedes leer más sobre la adolescencia aquí

Ya soy un adulto individuado ¿Y ahora qué?

Cuando entramos en la etapa adulta, a veces empezamos a tener cierto malestar con nosotros mismos y con nuestras relaciones familiares, de pareja, etc. Ese malestar puede deberse a muchos motivos, pero en este artículo vamos a hablar del malestar que generan los mandatos familiares. 

Y es que, en los procesos terapéuticos es muy habitual que nos demos cuenta de que hay muchas cosas que hago porque es lo que se me ha dicho que es correcto, o porque es lo que se espera de mí, o simplemente, porque no concibo hacerlo distinto. Y esto no estaría tan mal si no fuese porque a veces, son cosas que, en el fondo, no me hacen feliz, me generan malestar, no me representan, etc. 

Sin embargo, si ya estamos individuados, entonces tenemos que poder estarlo completamente y romper o dejar atrás todas esas cosas que me generan malestar y que no forman parte de mí como adulto separado del grupo de pertenencia. Por supuesto, sólo esas cosas que me hacen sentir mal, me generan disonancia y no me representan. Todo lo demás, será estupendo que lo mantengamos. 

¿Cómo rompo los mandatos familiares?

romper los mandatos familiares?

Primero, es importante tomar conciencia de qué mandatos familiares son lo que me hacen sentir mal. Esto, es a veces complicado, porque como hemos dicho no son explícitos y tienen una carga emocional de fondo muy alta. Para reconocerlos, puede ser útil pensar en esas cosas que teóricamente no comparto con mi familia, pero emocionalmente sigo replicando, cosas que me generan malestar y no sé por qué, cosas que me hacen conectar con el miedo a que los demás me rechacen o vértigo a hacer algo distinto. Incluso puede que a total negación “no se puede hacer distinto a esto” pero el caso, es que me hace conectar con mucho malestar. 

Después de haberlo identificado, necesitamos decirte: sí se puede hacer distinto. Venimos a este mundo siendo una “hoja en blanco”. Podemos producir cambio y hacer cosas distintas si queremos, pero todas las decisiones implican un precio: es posible que en ese hacer diferente nos sintamos culpables, a veces perdidos o asustados, pero que conectemos con esas sensaciones, no significa que no sea un cambio sano.  

Este proceso muchas veces es complicado y hay mandatos familiares muy grandes e importantes. No dudes en pedir ayuda si lo necesitas y, sobre todo, no te lances sólo a hacer este proceso. Busca una red de apoyo que esté a favor de esos cambios y te sujete. Te animamos a probar primero con alguna pequeña cosita. Un ejemplo: en muchas familias existe el mandato de “no hablar de tus sentimientos”. Puedes probar a hablar un poquito más sobre lo que sientes con alguna persona de confianza y poco a poco, irlo generalizando a algunas personas más. 

Te deseamos mucha suerte en este proceso y te recordamos que estamos disponibles para ti. 

 

Evaluación neuropsicológica: ¿qué esperar?

Evaluación neuropsicológica: ¿qué esperar?

evaluación neuropsicológica¿Evaluación neuropsicológica? En los últimos tiempos, cada vez es más común escuchar hablar sobre la neuropsicología y la importancia del cerebro en nuestro día a día. Al fin y al cabo, el cerebro está presente en cada cosa que realizamos, desde cuando vamos a clase o hacemos un informe, hasta cuando estamos con nuestros amigos disfrutando de una buena cena. Por lo tanto, su funcionamiento es crucial para entender cómo somos y cómo actuamos, sentimos y pensamos.

Si quieres leer más sobre sentimientos, emociones y gestión emocional, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí.

Así pues, en el artículo de hoy hablaremos sobre la neuropsicología y la evaluación neuropsicológica para entender en qué consisten y cuál es su utilidad.

¿Qué es la neuropsicología?

La neuropsicología es la ciencia que tiene como objetivo el estudio de las relaciones entre emociones, conductas y pensamientos con el sistema nervioso. De esta manera, esta parte de la psicología se encarga de estudiar los procesos cognitivos complejos, la función de las diferentes estructuras cerebrales, la influencia del funcionamiento nervioso en la conducta individual, las consecuencias conductuales, cognitivas y emocionales de los accidentes cerebro vasculares o diferentes lesiones en el sistema nervioso, etc.

Como todas las áreas de a psicología, la neuropsicología además de tener una importante parte teórica y técnica también tiene una parte aplicada muy importante. Esta parte es de vital importancia pues emplea los conocimientos técnicos que nos ofrece la neuropsicología para evaluar los diferentes problemas relacionados con el sistema nervioso. Esta evaluación a su vez permite rehabilitar las diferentes dificultades y consecuencias que éstos conllevan.

¿Qué es la evaluación neuropsicológica?

Ahora que ya sabemos lo que es la neuropsicología, la pregunta que tenemos que responder es ¿qué es la evaluación neuropsicológica? Este tipo de evaluaciones psicológicas tienen unas características propias que las diferencias de las evaluaciones que se realizan en un contexto clínico.

En concreto, la evaluación neuropsicológica hace referencia al proceso de observación, análisis y comprensión de los procesos cognitivos complejos o funciones cerebrales superiores de una persona. Para poder realizar esta evaluación se emplean instrumentos psicométricos (es decir, pruebas y test) que ayudan a establecer el estado actual de la persona en las diferentes funciones cognitivas. Saber el estado de la persona en estas áreas, permite saber si existe la presencia de alguna dificultad en algún área específica, el estado inicial antes de una rehabilitación neuropsicológica, una posible enfermedad relacionada con estas funciones, etc.

¿Para qué sirve la evaluación neuropsicológica?

Y si no tengo ninguna enfermedad o accidente relacionado con el cerebro ¿para qué recomiendan tantas evaluaciones? Si bien es cierto que la evaluación neuropsicológica se emplea en este tipo de dificultades, su utilidad abarca un gran número de situaciones y necesidades. El cerebro y las funciones superiores (memoria, atención, razonamiento lógico, etc.) nos acompañan en nuestro día a día. Son las que nos permiten realizar las muchas tareas complejas diarias a las que nos enfrentamos.  En consecuencia, nos afectan de la misma manera.

Así, realizar una evaluación neuropsicológica puede servir en situaciones tan cotidianas como:

  • Dificultades de aprendizaje
  • TDAH o trastorno por déficit de atención e hiperactividad
  • Altas capacidades
  • Rehabilitación tras una lesión relacionada con el sistema nervioso
  • Dislexia

evaluación neuropsicológicaConocer nuestro rendimiento cognitivo

Por último, hay una utilidad de a evaluación neuropsicológica que nada tiene que ver con una dificultad previa y es conocer nuestro rendimiento cognitivo. Y muchos os preguntaréis qué es eso del rendimiento cognitivo. Éste es la capacidad cognitiva que tenemos para enfrentarnos a los diferentes retos diarios y cómo actúa nuestro cerebro para llevarlos a cabo. Así pues, conocer nuestro rendimiento cognitivo nos permite entender cómo funciona nuestro cerebro en cada una de las funciones cognitivas complejas y poder entrenar y mejorar aquellas partes que se nos den peor. Y no sólo eso, sino que nos permite poder adaptarnos a nuestro perfil y aprovechar nuestras potencialidades a nuestro favor.

Apego: qué es y porqué es tan importante

Apego: qué es y porqué es tan importante

apegoEl apego es un concepto fundamental en nuestras vidas y dentro de los procesos terapéuticos. Conocer sobre este tema, ayuda a entender cómo funcionamos y por qué, cómo nos vinculamos con los demás y cómo los demás se vinculan con nosotros. Esto nos ayudará a poder tener relaciones afectivas más sanas con nuestra familia, parejas, amigos…. También resultará sumamente útil en la crianza de nuestros hijos, ya que nosotros seremos la figura de referencia y por tanto de apego para ellos. 

¿Empezamos? 

Entonces, ¿Qué es exactamente el apego?

La teoría del apego la desarrolla originalmente John Bowlby.  Este autor lo describe como “la evidente tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular”. El apego se definiría como la forma que tenemos de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. Esto estará muy influenciado por esos primeros lazos afectivos que hemos tenido en la infancia. Los niños/as buscan en esas figuras de referencia protección, seguridad y bienestar. Así, en la infancia empezamos a construir las ideas de quién soy, quiénes son los demás, cómo funcionan mis relaciones y el mundo. 

¿Qué NO es apego?

Últimamente existe un uso de esa palabra relacionado con la dependencia. Está habiendo muchas corrientes de estilos de vida que hablan de “desapegarnos”, por lo que es muy posible que haya personas que tengan una visión negativa de este término. 

Apego es algo inherente al ser humano. Como hemos explicado, aparece en la infancia y es inevitable. Somos seres sociales que conviven con otras personas y que, de pequeños, necesitamos del otro para desarrollarnos, explorar y recibir seguridad. Por el contrario, cuando hablamos de dependencia nos referimos a un concepto muy diferente a la visión saludable del apego. La dependencia nos habla de depositar en alguien o algo mi propia seguridad y bienestar a cualquier precio, a pesar de ser una persona que puedo hacerme cargo de mí mismo/a. Significa, por tanto, necesitar esa cosa o a esa persona a un nivel en el que se pone en riesgo mi propia autonomía como individuo. 

¿Cómo me afecta en relación a mi mismo y los demás? 

apegoRespecto a la relación conmigo mismo, se refiere a cómo me manejo atendiendo mis emociones y necesidades, cómo las vivo y cómo me relaciono con este sistema. Recoge cómo las cubro y me hago cargo de lo que necesito para mi bienestar, metas personales, valores, etc. 

Puedes consultar aquí sobre gestión emocional y aquí sobre cómo cuidarnos. 

Respecto a la relación con los demás, habla de cómo me siento en intimidad con otras personas, cómo me manejo con sus necesidades y emociones, así como con los retos y dificultades que todas las relaciones implican en ciertos momentos. Hace referencia a cómo gestiono esas relaciones, cómo me comunico, cómo vivo ese vínculo con el otro (por ejemplo, con miedo, con inseguridad, con tranquilidad, etc.) y cómo actúo en consecuencia. 

Puedes leer aquí sobre relaciones de buen trato. 

Estilos de apego

Ahora que conocemos un poquito más sobre apego, vamos a hablar de los distintos tipos qué se han recogido. 

  1. Apego seguro: me siento bien estando en intimidad con el otro y soy capaz de apoyarme en los demás. Por otra parte, reconozco mis necesidades y emociones y sé hacerme cargo y buscar mi bienestar.
  2. Apego ansioso: necesito tener esa intimidad con los demás, pero a la vez, la vivo de forma muy ansiosa, con miedo a que algo salga mal y se vayan de mi lado. Tengo constantes comprobaciones de que la otra persona me quiere y sigue ahí. Me cuesta reconocer lo que necesito y mis emociones, ya que son muy intensas y muchas veces dependo de otra persona para que me calme y me ayude a hacerme cargo y buscar cómo puedo estar bien. 
  3. Apego evitativo: me siento incómodo en momentos de intimidad con otra persona, me gustaría tenerlos, pero cuando ocurren me siento vulnerable y no soy capaz de abrirme. Estoy desconectado de mis emociones y necesidades, me cuesta reconocerlas y, por tanto, también me cuesta escucharlas para poder cubrir lo que necesito. Por ello, suelo hacer cosas que me ayuden a sentir gratificación inmediata (aunque sean conductas poco sanas o poco ajustadas a lo que realmente me pasa) o a desconectarme todavía más. 
  4. Apego desorganizado: me gustaría vincularme a los demás, pero soy incapaz. Siento miedo en las relaciones con los demás y vivo de forma muy confusa mis propias emociones y necesidades. Así, actúo con impulsos y en muchas ocasiones me veo actuando en las relaciones de forma poco lógica. Tengo emociones muy intensas pero muy dañinas, lo que hace muy complicado mis relaciones con los demás y conmigo mismo. En este último tipo de apego, es muy posible que haya un histórico de relaciones abusivas, negligentes o maltratantes en la infancia o la adolescencia. 

Ya sabes un poquito más sobre apego, por eso, te proponemos que puedas reflexionar sobre ti mismo ¿En qué apego te has visto identificado? ¿Cómo es el apego de las personas que te rodean? ¿Qué dificultades tienes en la relación contigo mismo o con otras personas? 

La buena noticia es que, aunque el apego se desarrolla en la infancia, con un trabajo personal podemos aprender y elegir patrones de relación más sanos, tanto con los demás como con uno mismo. Pero primero, es importante tomar conciencia de cuáles son nuestras dificultades para poder trabajar en ellas. Esperamos que este artículo te haya abierto una ventana de autoconocimiento y podamos seguir trabajando en nosotros mismos. 

apego

Aprender a equivocarse: el caso de Teo

Aprender a equivocarse: el caso de Teo

Aprender a equivocarse. Teo, el niño que necesitaba cometer errores

aprender-a-equivocarse¿Quién es Teo?

Teo tiene 6 años. Sus padres le traen a consulta porque evita muchas situaciones cotidianas y muestra ansiedad intensa en esos momentos. Es inteligente, corre rápido y juega bien al fútbol.

¿Qué dificultades tiene Teo?

Hay muchas situaciones que Teo no se atreve a afrontar:
– No quiere montar en bici sin ruedines por si se cae.
– No quiere ir al nuevo entrenamiento de fútbol por si le sale mal un ejercicio.
– Se esconde detrás de sus padres en el ascensor cuando entra alguien y no sabe qué decir.
– Un largo etc de noes…

¿Y esto de dónde viene?

Teo se ha equivocado muy pocas veces. Necesita equivocarse más y evitar menos. Aprender a equivocarse.
Los papás de Teo decidieron venir a nuestra consulta. En la consulta, detectamos que está acostumbrado a ganar todas las partidas, “ser el más guapo” y sacar las mejores notas. Es hijo y nieto único, lo que ha favorecido esta buena ejecución y estas altas expectativas. Cuando detecta el mínimo malestar emocional o incertidumbre, evita y listo. Los padres entienden este malestar y le sobreprotegen con su mejor intención. Pero esto, lejos de ayudarle, ha fomentado que él no se exponga y el malestar sea cada vez mayor.

¿Y cómo pudimos ayudarle?

En la consulta, empezamos detectando ese malestar en el cuerpo. Localizando la vergüenza, los nervios, el miedo, el enfado. Los localizamos, los validamos, los normalizamos y aprendemos a vivir con ello. Y a partir de ahí, establecimos retos graduales a los que él se fue enfrentando con más o menos éxito y errores. Lo importante de los retos no es hacerlo bien, es hacerlo. Sin errores no hay aprendizaje.

aprender-a-equivocarseLos logros de Teo:
Teo ha aprendido a equivocarse, y a levantarse de las equivocaciones. Ahora se siente un niño más fuerte y seguro. Ya se le han hecho varios agujeros en los pantalones, no falta a ningún entrenamiento de fútbol. Aun cuando se le sonrojan las mejillas, saluda y participa. Y no sólo ya monta en bici sino que además ha decidido aprender a patinar. Nuestro próximo reto es perder una partida y aprender que “¡no pasa nada!”.

Aprender a equivocarse, también tenemos que enseñarles

Sólo así afrontarán el miedo y aprenderán por sí mismos a levantarse. Aprenderán que no es tan grave, que todo pasa. Aprenderán que, si confías, la vida te trae algo bueno. El entrenamiento a mamás y papás en el Círculo de Seguridad Parental explica cómo acompañarles. 

Aplicar esto con tu hijo no es fácil. Aparecen miedos e inseguridades. Por eso, es tan importante el botón de pausa

Porque gracias a él, aprenderemos a afrontar las situaciones con mayor perspectiva, desde una visión más amplia. Alejada del problema concreto. Y eso, nos ayudará a desdramatizar situaciones que, de otra manera, nos provocan un gran sufrimiento.

 

¿Cómo saber si a mi hijo le pasa algo como a Teo?

  • ¿Evita situaciones que le cuestan? Acercarse a niños nuevos, ponerse una ropa llamativa, hablar en público delante de sus compañeros.
  • Y estas evitaciones son porque de verdad no quiere, ¿o en el fondo le gustaría pero no se atreve? 
  • Cuando siente vergüenza, ¿sabe gestionarla?
  • ¿Sabe reírse de sí mismo y relativizar sus propias equivocaciones? 
  • ¿Cómo reacciona cuando pierde en un juego?
  • ¿Se habla con dureza a sí mismo cuando algo no le ha salido bien?
  • ¿Cree en sí mismo y en confía en su capacidad para afrontar nuevos retos?

Si dos o más de estas preguntas te resultan familiares te invitamos a aprender con tu hijo que sin errores no hay aprendizaje.

aprender-a-equivocarse

 

Ghosting: ¿Qué es?

Ghosting: ¿Qué es?

¿Qué es el ghosting?

ghostingEl ghosting ocurre cuando una persona rompe de manera repentina y abrupta un vínculo sano con otra, como si fuese un fantasma, cortando toda comunicación sin ninguna explicación. 

Puede darse en relaciones de todo tipo, como de amistad o laborales, pero principalmente ocurre en relaciones de pareja o entre personas que se están conociendo. 

Ocurre de manera más frecuente en redes sociales virtuales, debido a que en estas se pierde mucha información emocional y es más sencillo no generar empatía.

¿Qué consecuencias tiene el ghosting?

ghostingExisten ciertos motivos que hacen que puedas vivir un gran malestar emocional al recibir ghosting

En primer lugar, debido a la incertidumbre.  Tu cuerpo comienza a activarse para saber responder a lo que pueda estar ocurriendo, por eso sientes cada vez más ansiedad

Al no comprender qué ha ocurrido ni por qué, buscas explicaciones:

«¿Le habrá pasado algo malo?»

«¿Debería preocuparme?»

Que incluyen preguntas relacionadas contigo:

«¿Qué he hecho mal?»

«¿He dicho algo malo?»

«¿Qué hay malo en mí para que no le guste?»

 

Las posibles respuestas pueden generarte sentimientos de culpa.

En estas situaciones caracterizadas por la duda, asumir el rechazo y el abandono es aún más difícil. Por tanto, integrar y digerir el fin de la relación es especialmente doloroso. 

Se pueden reabrir heridas relacionadas con tu apego infantil haciéndote sentir una persona que no es digna de amor y, por tanto, mermando tu confianza y seguridad en ti misma.

Es posible que a largo plazo te dé miedo confiar de nuevo en otras personas con las que establezcas relaciones.

¿Cuáles son sus verdaderas causas?

A pesar de que cuando alguien te hace ghosting buscas la explicación en ti, no tiene nada que ver contigo ni dice nada de ti o de tu valía.

Los motivos que llevan a una persona a hacer ghosting tienen que ver consigo misma y pueden estar relacionados con:

  • No querer o no poder hacerse cargo.
  • Evitar el conflicto, la confrontación y la incomodidad que estas suponen.
  • No tener capacidad para saber cómo se siente y huir del malestar que esto genera.
  • Sentir miedo ante la gran variedad de respuestas posibles de la otra persona ante la ruptura.

¿Qué puedo hacer ante el ghosting?

ghostingSi te han hecho 

Te recomiendo que hables de ello. Comparte tus emociones de malestar con alguna persona de confianza y déjate acompañar.

Recuerda no buscar la causa en ti ya que no tiene nada que ver contigo. Trátate con autocompasión y valida tus propias emociones.

Puedes leer aquí sobre autocompasión y aquí sobre validación emocional.

No insistas en hablar con la persona que ha roto el vínculo. Es lógico que necesites explicaciones, pero nada de lo que hagas tú cambiará su postura y corres el riesgo de volver a sentir el dolor ante la ausencia de respuesta. Si lo que necesitas es expresar cómo te has sentido, puedes hacerle llegar ese mensaje junto a una despedida.

Si has hecho 

Asume la responsabilidad afectiva de tus actos. Es válido querer finalizar una relación, por ello conocer qué te ocurre y qué herramientas necesitas para no volver a huir te ayudará a gestionar una ruptura en el futuro.

 

Recuerda: “La verdad duele menos que el silencio” *

Andrea Núñez Benítez

*Alfonso Casas

Enganchados al trabajo

Enganchados al trabajo

enganchados al trabajoEnganchados al trabajo. ¿Te has preguntado alguna vez cuánto tiempo pasas trabajando, pensando en el trabajo o hablando de él con tu familia, amigos o conocidos? ¿Te describes o te presentas ante otros en función del puesto que ocupas? ¿Cómo te sentirías si ya no pudieras seguir trabajando en aquello por lo que tanto has luchado?

Es probable que intentando responder a estas preguntas te estés dando cuenta de que el trabajo ocupa demasiado espacio en tu vida, dejando muy poco margen para otras áreas importantes. Y en principio, esto no tiene por qué ser malo si tú eliges que así sea de forma consciente y, sobre todo, puntual. Sin embargo, es importante que sepas que estar permanentemente enganchado con tu trabajo puede hacerte más vulnerable ante situaciones de crisis y cambios en tu vida, tanto personales como profesionales.

Señales de que estamos enganchados al trabajo

El trabajo es una de las áreas vitales más importantes y a medida que avanzamos en nuestra carrera profesional, puede llegar a ocupar un lugar central en la vida. En muchas ocasiones le dedicamos todos y cada uno de los minutos que tenemos, seducidos y atrapados por la sensación de crecimiento, prestigio y reconocimiento social que nos ofrece nuestra profesión. Esta sensación es tan satisfactoria, que puede incluso llegar a convertirse en adictiva y que nos veamos enganchados al trabajo.

Llegados a este punto, podemos comenzar a experimentar una sensación de presión extrema y sostenida en el trabajo. Empezamos con los malabarismos para conciliar la vida personal y profesional. Nos sentimos atrapados en la idea del empleado o del profesional perfecto. Aquel que debe estar siempre disponible, para seguir promocionando, escalando posiciones y ganando cada vez más y más dinero que nos permita mantener nuestro creciente estatus social.

La trampa del enchanche al trabajo

Todo esto nos empuja a vivir rápido y de forma superficial, convencidos de que una vez que hayamos conseguido el éxito profesional, podremos disfrutar por fin del resto de áreas de nuestra vida. Sin embargo, sin darnos cuenta, se nos pasan los años posponiendo nuestra vida y haciendo que esos altos niveles de estrés se conviertan en crónicos.

El trabajo ya ni si quiera es lo central. Lo hemos convertido en lo único. Y ya no tenemos demasiado claro qué es lo que queremos en la vida. Parece que nunca tenemos suficiente y siempre encontramos algo más que conseguir y a lo que aspirar; sumiéndonos en muchos casos en la famosa, pero no por ello menos real, crisis existencial.

enganchados al trabajoEstas son las consecuencias de estar enganchados al trabajo. Puede que te resuenen muchas de las cosas que has leído hasta el momento y, si es así, tenemos 2 noticias para ti: 

  • La noticia buena es que no estás solo. Cada vez son más las personas enganchadas al trabajo.
  • Y la noticia mejor es que siempre estás a tiempo de cambiar, de tomar las riendas de tu vida y empezar a vivirla como realmente quieres hacerlo.

Desengancharse del trabajo

Para comenzar con dicho cambio y dejar de estar enganchados al trabajo, te invitamos a seguir estos primeros pasos que marcarán el comienzo de tu nueva forma de relacionarte con tu trabajo (recuerda que si no te sientes capaz de hacer este cambio solo, siempre podrás acudir a psicólogos expertos que te ayuden en tu proceso):

  1. Acéptalo y trátate con cariño. Si tu trabajo está ocupando la mayor parte de tu vida y lo estás reconociendo, ya has dado un gran paso; deja de castigarte. Tenemos una tendencia cruel a autocriticarnos cuando cometemos un error. En estos casos, lo más importante es aceptarlo sin juzgarnos, como haríamos con un amigo, y pasar a la acción. Te ayudará conocer el antídoto contra la autocrítica de nuestro blog. 
  2. Reserva tiempo para ti. ¿Has probado a convocarte a ti mismo para una cita en el gimnasio, para ir a dar un paseo o para meditar 10 minutos cada día? Recuerda que todos los grandes cambios comienzan con un pequeño paso. Sé realista, empieza poco a poco a introducir en tu vida otras actividades. Actividades que no tengan nada que ver con tu trabajo y sé respetuoso con el tiempo que reservas para ti. 
  3. Incluye en tu vida a los demás. ¿Dedicas tiempo de calidad a tus amigos, a tu familia o a tu pareja? Reencuéntrate con tu círculo más cercano, quedando físicamente con ellos cuando sea posible, o llamándoles sin otra excusa más que hablar con ellos y preguntarles cómo están y qué tal les ha ido la semana. Recuerda que interactuar con amigos a través de Likes en redes sociales no es relacionarte con ellos; no es hablar, ni escuchar, ni conectar… 
  4. Descubre tus valores. ¿Tienes claro qué es lo que quieres en la vida y cómo quieres vivirla? Comprueba si estás tomando decisiones basadas en tus valores o si por el contrario las estás tomando en función de lo que otros esperan de ti. Reflexiona sobre qué es lo que realmente te importa en tu vida, prioriza y, si lo necesitas, acude a un psicólogo experto para que te ayude a clarificar tus valores y a emprender tu proceso de cambio.

enganchados al trabajoA lo largo de nuestras vidas atravesamos distintos momentos en nuestra carrera profesional. En función de cómo los gestionemos e integremos con el resto de nuestras áreas vitales (familia, pareja, ocio, etc.), estaremos estableciendo las bases para disfrutar en el presente de esa ansiada sensación de éxito profesional, bienestar y vida plena que todos buscamos.

Te animamos a parar, a desengancharte y a emprender HOY el camino del cambio. 

 

Sete Oliveros

Adolescencia

Adolescencia

Carta desde la adolescencia, una de las etapas más importantes de nuestra vida.

Querida mamá, querido papá: 

Sé que hace un tiempo que estoy diferente. Están pasando muchas cosas tanto fuera como dentro de mí, muchos cambios repentinos de los que nadie me ha avisado. Sé que vosotros estáis tan perdidos como yo. Los profes dicen que lo que me pasa se llama adolescencia

Sé que son muchas las veces que habéis oído hablar de esta etapa. Os han contado que os preparéis para cuando llegue la adolescencia. Entiendo que pueden haberos pintado estos años como los más horribles. Imaginad el miedo que tengo yo también, que nunca he pasado por esto antes. Vosotros tenéis vuestra propia experiencia, mejor o peor, pero no es nuevo.

Sé que son muchas las preguntas que nos abordan a todos. 

adolescenciaCambios

Me hago mayor y no sé si podré hacerlo. Mis intereses han cambiado, mi cuerpo está cambiando y mis amigos también. ¿Por qué todo el mundo tiene tanto miedo a que me haga adolescente? Puede que haya dejado de ser esa persona pequeña e ingenua que era hace poco, pero me hago mayor y creo que esto os da tanto o más miedo que a mí. 

Algunos mayores me dicen que crecer implica más responsabilidades. Creo que puedo asumir tareas nuevas, pero no soy un adulto así que os voy a pedir que no esperéis que ahora sepa hacerlo todo como lo hacéis vosotros. Necesito tiempo para ir aprendiendo a asumir nuevas responsabilidades. Además, sigo siendo inmaduro y todavía me da pereza y voy a necesitar que me vigiles un poco. 

Mamá, papá; me hago mayor. Pero hacerme mayor no es volverme adulto. Soy adolescente y la verdad es que yo no tengo ni idea de lo que eso significa. Pero vosotros sí, un día pasasteis por la adolescencia. Por favor, recordad esa época. Voy a necesitar que seáis pacientes y comprensivos conmigo. Mi cerebro está cambiando y mis emociones están revolucionadas. No me entiendo ni yo y necesito una guía que me ayude a hacerlo. Seguramente ocurran cosas en mi vida (conflictos, cambios de amigos, etc.) que no os parecerán muy graves, pero a mí me afectan.  Os ruego que validéis lo que siento, aunque a veces no lo entendáis. 

adolescenciaAmistades

Seguís siendo muy importantes en mi vida, aunque a veces no lo demuestre. Ahora también han cogido mucho protagonismo mis amigos, más que nunca. Vosotros sois mis modelos y las personas que me inspiran y me guían. Puede parecer que ya no me importáis tanto o que no os tengo en cuenta. Pero creedme cuando os digo que os sigo necesitando. Ya no soy un niño, en la adolescencia las necesidades cambian. La llegada de nuevas personas importantes a mi vida no os quita el protagonismo, tengo hueco para todos. 

adolescenciaExploración y autonomía

La adolescencia es un paso intermedio, entre la niñez y la edad adulta. Me preparo para ese mundo que me espera fuera de casa y lejos de vuestro paraguas. Pero todavía no tengo muy claros los límites, voy a empezar a explorar cosas nuevas y seguramente tengáis que haceros cargo algunas veces de mi protección y otras os toque dejarme explorar, aunque veáis que puedo equivocarme. Necesito aprender de mis propias experiencias

Identidad

Antes de acabar esta carta, tengo una cosa muy importante que contaros. Resulta que no paro de hacerme preguntas que nunca antes me había hecho. Son raras y nuevas para mí: ¿qué hago en el mundo? ¿cuál es mi papel aquí? ¿por qué me pasan algunas cosas? He leído que estoy conformando mi identidad. 

Quiero pediros un favor, queredme como soy. También como estoy siendo ahora, aunque a veces actúe raro y me equivoque. Entiendo y sé que vosotros habéis querido siempre lo mejor para mí, pero necesito tomar mis propias decisiones, aunque sean erróneas y no cumplan vuestras expectativas. 

Papá, mamá; os quiero mucho. Pero soy una persona distinta a vosotros. Necesito conformar mi propio camino y quiero hacerlo a vuestro lado. Os pido que me dejéis elegir por donde caminar, que me aconsejéis y me guieis sin imponerme vuestra visión del mundo. Equivocarse es aprender y es mejor equivocarme con vuestro apoyo, que sentirme solo en el error, con miedo a las consecuencias. Estoy encontrándome y sigo necesitando vuestro apoyo y confianza incondicional

adolescenciaCon todo esto, solo agradeceros el tiempo que habéis dedicado a leerme y comprenderme. Entiendo que son momentos complicados e inciertos. Existen formas de sentirse acompañado en este proceso. No estáis solos, existen otros padres en vuestra situación. Vamos a tener que aprender a afrontar juntos la adolescencia y, a veces, puede que necesitemos ayuda para ello. 

 

Os quiere mucho, 

Vuestro hijo adolescente.

 

Marta Asenjo Villamayor

Síndrome posvacional

Síndrome posvacional

síndrome-posvacacional Ahora que hemos dejado el verano atrás y tenemos que reincorporarnos al trabajo o a los estudios, puede llegar el temido síndrome posvacacional. Pero, ¿realmente sabemos lo que es? Desde luego, es un término que se escucha mucho en nuestras conversaciones diarias, en los medios, etc. Sin embargo, no siempre se usa de manera adecuada o se explica realmente en qué consiste.

Por eso, en el artículo de hoy os hablamos sobre el síndrome posvacacional y 5 trucos para evitarlo

¿Qué es el síndrome posvacacional? 

El síndrome posvacacional según diversos sitios de internet, tanto científicos como más divulgativos, se puede definir como el estado emocional que se genera cuando no tiene un lugar un proceso adecuado de adaptación al puesto laboral tras su periodo de vacaciones. Este estado emocional se caracteriza por la presencia de emociones desagradables, dificultades de concentración y de rendimiento en tareas que ya realizaba anteriormente.

¿Qué significa entonces el síndrome posvacacional? ¿No querer volver al trabajo es síndrome posvacacional? Como con todas las nomenclaturas tan concretas, es fácil que confundamos el proceso normal de adaptación con lo que supone un grado de malestar significativo. En este caso, como en muchos otros, el criterio tiene que establecer en el grado de afectación en nuestra vida y en el tiempo que perduran los síntomas.

4 claves para evitar el síndrome posvacacional.

Acepta tus emociones.

Una cosa que ocurre de manera habitual es que cuando ocurre algo desagradable o que nos produce malestar, nuestro instinto nos lleva a eliminarlo lo antes posible. Sin embargo, aunque en alguna situación puede resultar útil, cuando hablamos de emociones no es algo que nos vaya a funcionar. Por lo que, lo primero y de vital importancia que tenemos que hacer es aceptar las emociones que tenemos por muy desagradables que nos puedan parecer. De esta manera, vamos a ahorrar energía luchando contra algo que no sólo es inevitable sino que es de ayuda para procesar lo que nos ha ocurrido. Además, nos vamos a tratar de una forma más amable y eso nos va a permitir tener un estado emocional mejor para poder gestionar la situación.

Si quieres saber más sobre la gestión de emociones, puedes leer nuestro artículo respecto a este tema pinchando aquí

Créate una rutina que te sea agradable.

síndrome posvacacionalUna vez que hayamos trabajado en aceptar nuestras emociones, podemos ponernos en marcha. Un factor que resulta importante es la rutina. Puede resultar un poco contradictorio, ya que estamos harto de leer cómo una rutina muy marcada puede resultar nociva, pero si la hacemos bien puede ser un punto de gran ayuda. La clave está en genera una rutina que nos resulte agradable y que nos permita tener tiempo de descanso, tiempo libre y disfrutar de pequeños momentos dentro de las horas de trabajo y mayor estrés. No es lo mismo ir a trabajar desayunando algo deprisa y corriendo, que pararte a desayunar tranquilo algo que te guste.

Haz un buen uso de tu tiempo libre. 

Siguiendo con cómo organizamos nuestra semana, para adaptarnos de nuevo al trabajo o al estudio es importante que dediquemos un lugar propio al tiempo libre. Es algo con lo que los psicólogos somos especialmente reiterativos, pero tiene una influencia en nuestro estado de ánimo importante. Cuando realizamos actividades agradables o descansamos, obtenemos refuerzos y emociones positivas que añadir a nuestra balanza. Además, nos proporcionan un momento de distracción fundamental para evitar el temido estrés.

Si quieres leer más sobre cómo generar un ocio sano, puedes leer nuestro artículo sobre ese tema pinchando aquí.

Date tiempo. 

Aunque suene a consejo de amigo no pedido, es quizás el punto más importante de los cuatro. Cualquier cambio en nuestra rutina y más si produce que dejemos las vacaciones donde estamos tan agustito por empezar a trabajar. Por lo tanto, cuando emprendemos un proceso que nos requiere un cambio y por ende una adaptación nuestro cuerpo y nosotros necesitamos tiempo. Todo cambio conlleva tiempo para que nos hagamos a él, y aunque siguiendo nuestros pasos se hará más ligero y posiblemente más rápido, el tiempo siempre va a ser nuestro mayor aliado.

síndrome posvacacionalSara Catalán