Miedo a equivocarse

¿Te suena la sensación de estar perdido o perdida sin saber exactamente qué quieres hacer?

Muchas personas sienten que están atascadas en un punto de su vida. Sienten que no pueden avanzar, aunque, aparentemente, todo indica a que podrían hacerlo. Sin embargo, les frena la posibilidad de fracasar o hacerlo mal. Ahí surge el Miedo. Miedo a equivocarse, sostenido por la vergüenza, que aflora cuando existe de la posibilidad de fallar a los demás y a uno mismo, cuando decepcionamos, cuando nos damos cuenta de que puede que seamos incapaces o inútiles (y que esa voz al fondo de la mente tenga razón).

Para comprender bien qué está pasando, necesitamos saber un poquito más sobre cómo funciona nuestro mundo emocional.

 

 

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1. Las emociones

Las emociones son respuestas que nos permiten navegar adaptativamente en nuestras vidas. Existen desde que nacemos y nos sirven para sobrevivir, aportándonos información sobre lo que ocurre tanto exterior como interiormente. Por ello, todas las emociones son necesarias.

Veamos algunos ejemplos para entenderlo bien. El amor y conexión nos permiten saber qué persona es la que nos cuida en la infancia. El asco nos sirve para detectar alimentos en mal estado y no comerlos, lo mismo con situaciones que no nos gustan en absoluto. Con el enfado ponemos límites con el resto de las personas para diferenciarnos y no estar a su merced. La tristeza honra la pérdida y nos permite crecer. La felicidad nos acerca hacia nuestros verdaderos objetivos vitales. Etc. Etc.

 

De esta manera, vemos que las emociones son imprescindibles, por lo que es importante saber identificarlas, sintiéndolas con el cuerpo. Así podremos interpretar qué ocurre y qué necesitamos en cada momento y lugar. Algunas emociones pueden ser incómodas y puede que no nos guste mucho sentirlas, como suele ocurrir con el enfado, la tristeza o la culpa, sin embargo, recordemos que nos ayudan a navegar adaptativamente en la vida, por lo que hay que tener presente que vienen con el objetivo de que estemos bien.

Para terminar este apartado, no podemos dejar de contarte que, como cualquier mecanismo de supervivencia, las emociones llegan sin ser llamadas, como el hambre o la sed, es decir, que no se pueden controlar. Depende de nosotros qué hacer con esa información. Nuestra recomendación es que, al igual que cuando tienes sed paras un momento a beber agua, cuando sientas una emoción, pares un segundo a ver qué necesitas.

 

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2. Miedo a equivocarse

Cuando el miedo a equivocarnos comienza a estar presente en una situación, puede ayudar explorar e identificar las emociones que existen bajo la superficie de este miedo.

El miedo es adaptativo porque nos protege de distintos peligros. Sin embargo, a veces nuestras emociones pueden volverse desadaptativas, es decir, que ya no nos ayudan a estar bien. En el caso del miedo a equivocarse, esta emoción podría estar previniéndonos de tomar riesgos, probar nuevas cosas o expresarnos de manera plena y auténtica.

Este miedo a equivocarse suele estar sostenido por otra emoción: la vergüenza. La vergüenza es una emoción que surge cuando la persona siente que no ha sido capaz de vivir acorde a sus expectativas y sus valores o los de otros . La vergüenza puede ser una emoción poderosa y dolorosa que puede llevar a hacer juicios negativos sobre uno mismo, ser autocríticos, sentir inseguridad y sentimientos de inferioridad.

Este sentimiento de vergüenza puede tener diferentes orígenes. Desde la perspectiva de la Terapia Focalizada en la Emoción, puede surgir por diferentes motivos: experiencias en la infancia, por normas culturales y sociales, por creencias o por valores personales, entre otros. Este sentimiento puede perpetuarse en nuestra vida a través de interacciones interpersonales como críticas, negación o rechazo por parte de otras personas.

El objetivo de la terapia en estos casos es identificar y procesar el sentimiento de vergüenza en un espacio seguro y de aceptación incondicional. Las psicólogas de Pons Psicología utilizamos diversas técnicas para que los pacientes puedan explorar y entender la vergüenza. Durante este proceso, los pacientes consiguen insight sobre las creencias y valores existentes que contribuyen a que esta emoción exista. Además, aprenden a tener auto-compasión y auto-aceptación de lo que le ocurre, identificar y comunicar sus necesidades y límites personales, así como desarrollar relaciones de apoyo y validación con otros.

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En conclusión, las personas pueden aprender diferentes estrategias para gestionar las emociones, transformar esta vergüenza en auto-compasión y auto-aceptación, lo que les permitirá empoderarse y perseguir sus metas sin frenar

se por el miedo a equivocarse o a fracasar. Podrán mostrarse al mundo, siendo amables consigo mismos y aceptándose tal y como son.

¿Te apetece poder vivir plenamente?

En Pons Psicología te ayudamos.