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Cuando la medicina son los otros.

Cuando la medicina son los otros.

Cuando la medicina son los otros.

 

La soledad flota hoy sobre nuestra cultura como una niebla espesa 
(J. Hari, 2019) 

Seguro que te suenan los siguientes titulares, todos de las últimas semanas, aunque con temáticas que tienden a repetirse de forma sistemática: 

  • “La soledad multiplica por cinco las probabilidades de desarrollar una depresión” 
  • «Brad Pitt se sincera sobre la depresión que sufrió: ‘Siempre me he sentido muy solo’. 
  • “España es el principal consumidor de antidepresivos y ansiolíticos de Europa” 

Estos titulares corroboran lo que multitud de estudios e investigaciones evidencian desde hace décadas: existe una clara la relación entre la soledad no deseada, los trastornos afectivos (ansiedad y depresión) y el incremento imparable en nuestra sociedad del consumo de ansiolíticos y antidepresivos.  

En su ensayo “Conexiones perdidas”, el periodista Johan Hari, basándose en decenas de investigaciones y entrevistas con sociólogos y psicólogos de todo el mundo, aseveró haber encontrado un elemento común, aunque no único, a las causas sociales y psicológicas de los trastornos emocionales. Todas son formas de desconexión: desconexión de un trabajo con sentido, desconexión de otras personas, desconexión de valores significativos, etc. 

¿Te resultan familiares estos patrones de desconexión en la sociedad en la que vivimos?.

 EL PROCESO DE CONVERTIRSE EN PERSONA 

He de reconocer que soy una gran fan de las listas de tareas desde siempre, incluso durante el verano. 

Pues bien, una de mis anheladas tareas para desconectar este verano, era volver a leerme uno de esos libros que te marcan la primera vez que los lees. Se trata del clásico “El proceso de convertirse en persona” de Carl Rogers, uno de los máximos exponentes del humanismo en psicología, escrito a mediados del siglo pasado.  

En ello estoy y me sorprende lo actuales y necesarias que resultan sus ideas, casi 70 años después de haberlas escrito, sobre todo después de leer los titulares y artículos con los que comienzo este post. 

Rogers afirma que convertirse en persona es un proceso que dura toda la vida. Somos seres en proceso de construcción, con potencial para cambiar, para crecer, para desarrollarnos y con una tendencia innata a la autorrealización.  

Eso sí, este proceso de convertirse en persona no sucede de forma aislada. Este proceso es (todos somos) el resultado de las interacciones y de las relaciones que establecemos con las personas que nos rodean, desde nuestros primeros minutos de existencia y a lo largo de toda nuestra vida. Por tanto, el proceso de convertirnos en personas dependerá en gran parte de la calidad de las relaciones que establezcamos con los demás.  

 DESCONECTADOS DE LOS DEMÁS 

Sin embargo, nuestro mayor problema en la actualidad es que cada vez vivimos más desconectados de los demás. Vivimos dejándonos atrapar por nuestros miedos e inseguridades, que nos limitan y nos aíslan aún más. Por tanto, construimos máscaras de nosotros mismos para esconder en lo más profundo nuestro verdadero yo y así lograr funcionar cuando salimos a la “realidad”.  

Un buen ejemplo, es lo que nos pasa con las vacaciones. Vivimos esperando a que lleguen las ansiadas vacaciones de verano, prácticamente desde que comienza el año. Es el anhelado momento para desconectar de nuestro frenético día a día y reconectar con “lo esencial”, con la familia, con los amigos y con nosotros mismos. 

Sin embargo, estas semanas generalmente acaban convirtiéndose en lo contrario. La “obligación” de ser felices y de contarlo a los demás, previo filtro y edición, nos inunda. Vivimos en la época del postureo, del ocultar nuestra esencia y del crear personajes que nada tienen que ver con quienes somos en nuestro yo más profundo. Podemos tener cien amigos, pero sentirnos más solos y desconectados del mundo que nadie.  

 

CONECTAR DESDE LA AUTENTICIDAD 

¿Y si aprovechamos estas semanas de desconexión vacacional, para dedicarnos unos momentos fuera del mundo digital, a reconectar con nosotros mismos y con aquellas personas que más nos importan? Hermanos, pareja, hijos, padres, amigos íntimos, etc. 

Rogers nos da 3 claves para logar establecer relaciones de calidad con quienes más nos importan: 

1. Muéstrate auténtico y coherente con quién eres

El tiempo es un bien preciado. Cuando dediques tu tiempo a conectar con alguien que te importa, hazlo desde tu esencia, desde tu yo más profundo, desde tu verdad. Rápidamente notarás cómo los lazos se estrechan, la confianza aumenta y las máscaras de ambos caen. Todos estamos deseando conectar de forma auténtica. 

2. Muestra respeto incondicional.

 Percibe y acepta tus ambigüedades, tus inseguridades y tus miedos. Simplemente, déjalos estar. Adopta una actitud cálida, comprensiva y positiva hacia ellos. Igualmente, adopta esta postura de aceptación incondicional, cálida y positiva, hacia las inseguridades y miedos de los demás.  

3. Practica la comprensión empática.  

Entiende que cada persona ve el mundo desde sus propias “gafas de ver”. Esas lentes van cargadas con historias pasadas y con herramientas aprendidas para hacer frente a la vida. Puede que no sean las mejores herramientas, pero son las que tienen. Como te pasa a ti. Aprende a relacionarte y ver a los demás, como personas que se encuentran en el mismo proceso de convertirse en personas en el que te encuentras tú.  ¿Quieres saber mas sobre validación emocional? CLICK.

Durante estas semanas de calor, vacaciones y “obligada” felicidad, nos esperan muchas noticias y titulares como los que estamos viendo. ¿Y si todos dejamos de lado las máscaras y nos dedicamos a conectar? ¿Y si la verdadera medicina para nuestro dolor, fueran los demás? Conecta, pide ayuda si lo necesitas y sigue en construcción.  

 Carl R. Rogers, “El proceso de convertirse en persona”, Barcelona, Paidós, 1972. 

Johan Hari, “Conexiones perdidas”, Madrid, Capitan Swing Libros, 2019. 

 

 

¿Qué es la rehabilitación neuropsicológica?

¿Qué es la rehabilitación neuropsicológica?

¿QUÉ ES LA REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA?

 

La rehabilitación neuropsicológica es un proceso terapéutico que se aplica con el objetivo de mejorar las funciones cognitivas de las personas afectadas por algún tipo de lesión cerebral (traumatismos, ictus, demencias, epilepsias…), pero también puede orientarse a la estimulación y mejora de ciertas habilidades que se ven alteradas por algunos trastornos del neurodesarrollo como pueden ser trastorno por déficit de atención (con y sin hiperactividad), trastornos del espectro autista, trastornos específicos del aprendizaje (dislexia), etc.

La finalidad es que la persona supere los déficits cognitivos en procesos tales como la atención, la memoria, el lenguaje, la percepción, la psicomotricidad o la función ejecutiva para poder restituir al paciente un nivel de funcionamiento e independencia adecuados, para que pueda tener una calidad de vida apropiada. Pero el trabajo no solo se centra en el individuo que las padece, sino que uno de los objetivos específicos a tener en cuenta es acompañar y trabajar con la familia para favorecer los cambios y crear un nuevo proyecto de vida juntos.

¿Cómo se trabaja?

Existen tres tipos de estrategias principales: la compensación, la sustitución y la restitución. Se aplican tanto en personas con patologías leves como en patologías más severas. Con la compensación se trata de potenciar ciertas capacidades cognitivas preservadas en la persona para incrementar su autonomía, en la sustitución se busca la adquisición de diferentes estrategias de aprendizaje y con la restauración, mejorar las funciones cognitivas mediante la actuación directa sobre ellas.

Existen también otras modalidades de rehabilitación como la activación-estimulación o la integración, sin olvidar la probable coordinación que se deberá hacer con otros profesionales de la psicología clínica para trabajar habilidades sociales, autoestima, duelo, rehabilitación laboral, etc.

El tratamiento debe ser personalizado y estar ajustado a las capacidades del paciente. Existen algunos factores que hay que tener en cuenta como la edad, el sexo, el tipo de déficits, la lesión, la gravedad, la zona de la misma, la capacidad cognitiva previa…

Es un proceso dinámico, fruto de la constancia y la perseverancia, al mismo tiempo que es interactivo y varía con el tiempo pues se van ajustando los objetivos, la intensidad del tratamiento, la frecuencia… en función de la persona. Por un lado, es importante que el/la paciente esté motivado, así como tener conciencia de sus dificultades,  y por otro lado, la familia tiene que estar implicada durante todo el proceso del tratamiento rehabilitador.

En definitiva, “todo lo que se ejercita, se mejora; todo lo que no se ejercita, se pierde”.

Si os apetece conocer más sobre el tema os recomendamos nuestro artículo «Evaluación neuropsicológica: ¿qué esperar?» y la siguiente bibliografía:

  • Bruna, O., Roig, T., Puyuelo, M., Junqué, C. y Ruano, Á. (2011). Rehabilitación neuropsicológica. Intervención y práctica clínica. Barcelona: Editorial Elsevier.
  • Santos, J.L. y Bausela, E. (2005). Rehabilitación neuropsicológica. Papeles del Psicólogo, 26 (90), 15-21.
  • Muñoz-Céspedes, J. M. y Tirapu-Ustárroz, J. (2004). Rehabilitación de las funciones ejecutivas. Revista de neurología, 38(7), 656-663.

 

El papel de los psicólogos en las series de televisión

El papel de los psicólogos en las series de televisión

Hoy me gustaría reflexionar sobre el papel que tiene nuestra profesión en el mundo de las series. A nivel personal, soy una gran fan de este formato de entretenimiento, pero he de confesar que sufro al ver la representación que se hace de mi profesión en algunas de ellas.

Por ello, hoy me gustaría hablar sobre la imagen que se transmite de nosotr@s para mal y para bien en alguna de las series de los últimos años.

Series en las que no se muestra una representación ajustada de la psicología:

  • La que se avecina

La imagen que se transmite de nuestra profesión es bastante desacertada en la gran mayoría de los aspectos que se muestran. Uno de los más destacables es el traspaso continuo de los límites en la relación terapéutica, saltándose varias normas deontológicas. Además, la psicóloga actúa en sus propios intereses tanto económicos como de otro tipo dejando de lado el bienestar de sus pacientes. Por último, aunque en ciertos momentos puede resultar terapéutico si está controlado y tiene un sentido concreto para la terapia, la profesional de esta serie pone en las sesiones demasiado contenido personal y de carácter emocional.Cuando lo adecuado es centrarse únicamente en el paciente. 

  • Por trece razones

El psicólogo de esta serie es quizás uno de los que más me duele de todos los que he visto. El motivo principal es la dejación de funciones y la mala praxis que se muestra sobre todo en la primera temporada. Si bien el personaje evoluciona y lleva a cabo un viaje de redención, comete varios errores que a nivel profesional es duro ver en pantalla. Sobre todo y el más importante e ignorar las distintas señales de alarma relativas al suicidio de la chica protagonista. Además, en distintos momentos de las sesiones que tiene con ella se muestra poco empático hacia el dolor de ella. 

  • You

Hay muchos aspectos interesantes en esta serie y otros que están planteados de forma menos adecuada. Sobre la trama podríamos hablar largo y tendido, pero vamos a centrarnos en lo que hoy nos ocupa que es el psicólogo que aparece en ella. En concreto, la psicoterapia aparece en dos temporadas de la serie, una individual y otra como pareja. Nos centraremos especialmente en la primera. La parte más obvia y evidentemente incorrecta es la relación sexual que finalmente se descubre que mantiene el psicoterapeuta con una de sus pacientes. Algo que es absolutamente incorrecto y por supuesto va en contra de las normas deontológicas de nuestra profesión. 

Series que dan una visión ajustada de la psicología:

  • Los Soprano

Una de las series pioneras en darle un espacio central en la trama a las sesiones de terapia. Independientemente del marco terapéutico en el que trabaja su terapeuta, en estas sesiones podemos ver cómo se forja el vínculo terapéutico, la puesta de límites en la relación de forma mayoritariamente saludable y la puesta en marcha de ejercicios y herramientas psicológicas. Un punto a favor, es que a pesar de ser una parte importante de las tramas de la serie, el personaje de la psicoterapeuta apenas se relaciona con otros personajes fuera de su paciente lo que permite que la terapia sea confidencial y relativa al tiempo de consulta. 

  • La pecera de Eva

Aunque con sus más y sus menos, esta serie refleja más acertadamente la profesión de la psicología. En concreto, esta serie se enmarca en el ámbito académico pero muestra varias partes de lo que podrían ser sesiones de psicoterapia también en el ámbito sanitario. La psicóloga muestra las características imprescindibles de un buen psicólogo: aceptación incondicional, confidencialidad, escucha activa. También se muestra la importancia de la empatía y el interés genuino al trabajar con adolescentes y lo imprescindible de contar con el apoyo de los padres.

  • Big Little Lies

Quizás de todas las series que hemos visto, la psicóloga de big little lies es la que más difícil lo tenía y por ello puede que sea la más realista de todas. En este caso (y cuidado pequeño spoiler) acuden como terapia de pareja y es interesante ver cómo la psicóloga pone en primer lugar el bienestar de su paciente y va trabajando poco a poco la conciencia de ésta sobre la violencia que sufre en su relación. En este sentido, el cambio de dinámica que se ve de las sesiones en pareja a la sesión que acude sólo ella muestra la importancia del vínculo terapéutico y del objetivo final de la terapia que es el bienestar del paciente. 

 

Un verano diferente. Reduce el uso de pantallas en tus hijos.

Un verano diferente. Reduce el uso de pantallas en tus hijos.

Llega el verano y con él el reto de todos los años: lograr que tus hij@s hagan algo más que estar con las pantallas.

¡Qué buen reto! Las pantallas ocupan la mayor parte del tiempo que tus hij@s dedican al ocio. Conseguir que dejen las pantallas de lado no es tarea fácil, pero tampoco imposible.

¿POR DÓNDE EMPIEZO?

Lo primero que tienes que tener en cuenta es la edad que tiene el menor. Si tu hij@ es pequeño, es un buen momento para empezar. Si es un adolescente tendrás que usar otro tipo de técnicas para lograr que no abuse de las pantallas.

Para poder empezar a restringir el uso de pantallas, lo primero es entender qué significa para tu hij@ ese aparato que tanto demanda.

Desde pequeñ@s ven como sus padres usan unos aparatos y pasan horas mirando una pantalla. Eres su modelo a seguir y, por tanto, va a querer imitar lo que tú hagas. Para que tus hij@s hagan un cambio, primero tienes que mirar hacia tus comportamientos. ¿Qué uso haces del móvil? ¿Crees que es abusivo? ¿Alguna vez te has perdido información de lo que ocurría alrededor por mirar el móvil? Bien, todos lo hemos hechos. Todos abusamos del móvil y de las pantallas en gran medida. Empieza por gestionar tus tiempos, para aprender a gestionar los suyos.

 

OFRECE CONTROL EXTERNO

Si sientes que tu hij@ hace un uso poco responsable de las pantallas, no puedes esperar que deje de hacerlo por sí sol@. No caigas en la trampa de pensar que todo es fuerza de voluntad, las pantallas implican mucho más que el deseo de usarlas. Son fuente de estimulación, distracción y entretenimiento. En la adolescencia también son una forma de socializar.

El autocontrol es uno de los retos más importantes a los que se enfrentan tus hij@s. Esta habilidad puede adquirirse antes o más tarde según la persona. Suele ser un área en la que muchas personas tienen dificultades. Aunque esta herramienta empieza a desarrollarse en el primer año de vida, no se finaliza su desarrollo hasta la primera juventud.

Hay que tener en cuenta que las pantallas aportan muchas cosas positivas para el cerebro de un niño, aunque también muchas negativas. Con esto, queremos que tengas en cuenta que las pantallas no requieren hacer un esfuerzo activo de concentración y atención. Son una fuente de muchos estímulos rápidos e inmediatos que captan nuestras capacidades atencionales. Por tanto, el esfuerzo que el cerebro tiene que hacer para dejar de atender dichos estímulos es bastante grande. La mejor manera de combatir esto es poniendo una normas claras y visibles. Puedes negociar con ell@s qué límites poner al tiempo de uso o al tipo de uso. Hacerles sentir que eligen los límites hace que los cumplan mejor.

FOMENTA LA CREATIVIDAD

Si tienes hij@s pequeños ofrece una alternativa a las pantallas. Es decir, dedica tiempo a estar con ell@s y a hacer actividades no relacionadas con tecnología. Va a requerir un esfuerzo por tu parte, pero puede ser un buen ejercicio para tí también.

Piensa en actividades que siempre habéis querido hacer. Actividades que no incluyan pantallas y dedica un tiempo establecido a hacer estas actividades con el@s. No quieras que las hagan sol@s, porque para probarlas van a necesitar que le acompañes en la exploración.

Si cuando les pedimos que no usen pantallas dejamos como alternativas aburrirse o hacer otras actividades solos, seguramente no les compense el esfuerzo. Para que sus rutinas y sus automatismos en el ocio cambien, hay que ofrecer primero cosas que les resulten atractivas. Te dejamos un material que puede resultarte de utilidad como fuente de inspiración.

APRENDER A ABURRIRSE COMO FACTOR PROTECTOR.

Las normas y restricciones respecto al uso de pantallas son muy necesarias y útiles para tus hij@s. Recuerda que lo más importante es ser consistente con las normas, así que pon aquellas que vayas a poder mantener durante el verano y durante el curso. No hay que hacerlo perfecto, solo hacerlo suficientemente bien. Así que no te exijas ser quien tiene l@s hij@s más responsables a nivel de tecnología. Las pantallas también tienen sus beneficios, no les prives de ellos.

 

 

 

 

Ir de campamento: la vivencia de tu psicóloga

Ir de campamento: la vivencia de tu psicóloga

Ir de campamento: la vivencia de tu psicóloga

Al aproximarse las vacaciones de verano,  llega el momento en que las familias deben tomar decisiones sobre dónde y cómo van a pasarlas los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. ¿Es mejor que se centren en su aprendizaje? ¿O que se diviertan y disfruten?

Por suerte, existe una opción con la que no tenéis por qué elegir: ir de campamento, donde la base es aprender jugando.

¿Por qué estamos tan seguras de haceros esta recomendación? Porque, además de saber los beneficios psicológicos que supone para el desarrollo, nosotras mismas lo hemos vivido.

¿Qué beneficios tienen los campamentos?

Es difícil poner en palabras y resumir en pocas líneas todas las cosas que un campamento (o toda una vida de campamentos) te puede aportar, pero aquí os dejamos algunas para que podáis haceros una idea.

Juego, juego y juego

Desde que me levanto hasta que me acuesto en un campamento estoy jugando, creo que no he jugado más en ningún otro lugar, ni tampoco con más gente. 

Hay actividades dirigidas donde me hacen convertirme en miles de personajes diferentes: loba, maga, Cleopatra, astronauta, granjera, árbol, dálmata… y en todas ellas entro en un mundo imaginado que se hace casi real para mí y me genera unos niveles altísimos de ilusión y motivación. 

Los tiempos de descanso los dedico también a jugar, pero esta vez a un juego libre en el que dejo volar mi propia imaginación y desarrollo mis propios intereses.

Aprendo cosas muy diferentes y variadas

Disfraces, música, cuentos, deportes, manualidades… se entremezclan y, casi sin darme cuenta, he aprendido a coser un botón, cultura egipcia o a nadar mejor.

En ese momento yo no lo sé, pero mis monitoras y monitores tienen una formación específica para estar ahí conmigo y han dedicado mucho tiempo a preparar y programar todas mis actividades. Han decidido qué me quieren enseñar y han pensado cómo voy a adquirir cada uno de los aprendizajes. Es posible también que la entidad con la que me voy de campamento tenga un programa educativo de educación no formal.

Hago amistades, desarrollo habilidades sociales y aprendo gestión emocional 

Vivo tantas cosas en tan poco tiempo, que me parece que conozco de toda la vida a las demás personas que están de campamento conmigo. No sólo puede que se conviertan en grandes amistades para mí, sino que inevitablemente durante ese tiempo son mi familia. Pero en este caso, cada una en su casa funciona de una manera distinta por lo que para poder convivir con ellas tengo que adaptarme y aprender a comunicarme. Nos cuidamos mutuamente. Cuando me pasa algo me preguntan qué es, así que tengo que comunicar mis emociones y necesidades. Después me dan un abrazo o me ayudan a buscar una solución.

Trabajo en equipo

En un campamento somos muchas personas y para que funcione todas tenemos que colaborar. Para organizarnos nos dividimos en grupos y cada vez tenemos un objetivo diferente. Lo que siempre es igual es que para lograrlo es necesario ponernos de acuerdo, a veces cooperando y otras veces haciendo un reparto justo de tareas. No es sencillo, pero con la práctica aprendo a liderar, a saber qué es lo que yo puedo aportar y a pedir que me enseñen lo que no sé.

Desarrollo mi autonomía y mi responsabilidad

Siempre puedo pedir ayuda si la necesito y hay personas adultas supervisando, pero desde que llego al campamento me tengo que hacer cargo de mí misma. Yo soy la encargada del cuidado de todas las cosas que llevo en la mochila, que no se rompan y que no se pierdan. También de que las cosas estén limpias y de mi propia higiene, aunque el horario me ayude a organizarme.

Además, lo que cada persona hace afecta a todo el grupo, así que si no cumplo con mi parte o me retraso las consecuencias no son solo para mí sino también para todas esas personas que me importan. No pasa nada si alguien no sabe hacerlo mejor, entre todas ayudamos y enseñamos.

Estoy en la naturaleza o al aire libre

Me dan el sol y el aire en la cara. Corro sobre arena o hierba. Escucho el río, los pájaros y los grillos. Veo animales, plantas y las estrellas. Exploro en la naturaleza. Y sólo me acuerdo de las pantallas cuando realmente las necesito, no las uso para cualquier cosa porque ya tengo casi cualquier cosa a mi alcance en el campamento.

Conecto con mi identidad y valores

Pruebo tantas cosas diferentes que aprendo a distinguir qué me gusta y qué no, qué es lo que más me interesa, lo que más me motiva y de qué quiero saber más. Convivo con personas que funcionan de maneras muy diferentes y me dan puntos de vista nuevos, por lo que valoro muchas veces qué va conmigo y qué no. Genero mi propio criterio.

Me hago consciente de mi lugar en el mundo y de lo que puedo aportar

Al formar parte de un grupo veo lo importante que es lo que cada persona aporta, porque todas tienen algo que aportar. Y cuando me hago más mayor me doy cuenta de que eso mismo lo puedo trasladar a mi lugar en el mundo, que yo formo parte de una colectividad y que todo lo que he aprendido de campamento no solo puedo aplicarlo en mi vida personal, sino también en la sociedad.

¿Cómo elegir a qué campamento ir?

Existen campamentos de muchos tipos y para todas las edades por lo que es fácil encontrar un campamento que se adapte a los gustos de quien asiste, pero también a las necesidades de la familia.

 

Lo primero es pensar qué necesita la persona que va a ir de campamento y qué le apetece, así que es cuestión de preguntar. ¿Te apetece probar un poco de todo o un campamento centrado en un interés concreto? ¿Una actividad puntual o una entidad donde pueda quedarse durante más tiempo? ¿Enfocado solo en tu grupo de edad o para todas las edades? ¿Prefieres conocer gente nueva o ir con alguien conocido? ¿Prefieres estar en plena naturaleza o en un entorno urbano al aire libre?

Es importante también que encaje con la logística familiar, en cuanto a lugar, duración, precio… Aunque sin duda un campamento facilita la conciliación familiar, ya que las vacaciones escolares son más largas que las laborales.

Las respuestas a todas estas preguntas te ayudarán a saber dónde buscar.

Ir por primera vez de campamento

Es lógico que te cueste ir de campamento o llevar a tus peques si es la primera vez. Cuando la incertidumbre es muy alta,  el miedo va de la mano. Por eso, quitarnos incertidumbres es una buena manera de gestionar el miedo.

En este caso preguntad a personas que ya conozcan la experiencia de ir de campamento, mucho mejor si es el campamento concreto que habéis elegido. Es importante también ir a las reuniones previas a informaros de cómo funciona. Haced previamente una lista de todo lo que queráis saber y preguntad al final vuestras dudas no resueltas. También os permitirá conocer a las personas responsables de la actividad y a otras familias que participarán de ella.

Nuestra recomendación

Si después de esta recogida de información y búsqueda no lo tenéis claro y queréis una recomendación más concreta por nuestra parte, os animamos a buscar un Grupo Scout en vuestro barrio. Consideramos que es una de las mejores opciones por experiencia propia y por los siguientes motivos:

  • Se adapta a un gran rango de edad.
  • Permite continuidad en el futuro y no sólo en la época de verano.
  • Tiene un proyecto educativo de educación no formal de gran recorrido.
  • Facilita la conciliación familiar por ser campamentos con pernocta.
  • Asegura el contacto con la naturaleza, la exploración y aprender jugando.
  • Contempla los valores y se siente como una familia.

Si ya has vivido la experiencia de ir de campamento, anima a otras personas a que también lo hagan.

 

Cómo tener una buena relación de pareja

Cómo tener una buena relación de pareja

Cómo tener una buena relación de pareja.

Es posible que estés en una relación de pareja y que a veces te plantees esta duda, especialmente cuando las cosas no van como te gustaría. Tal vez, tenéis muchas discusiones y no sabéis como resolverlas; o quizá, haya una falta de muestras de cariño con el paso del tiempo. Son muchos los motivos por los que una pareja puede no funcionar adecuadamente y, en este artículo, vamos a revisar unas pautas básicas para reflexionar sobre las necesidades que puede tener tu pareja y que puedes no estar atendiendo.

  1. Asegúrate de que tu relación es sana

Lo básico y esencial en una pareja es que nos aseguremos de que es una relación sana. Para ello, es importante que os sintáis cómodos (ambos) con la relación que habéis establecido respecto al nivel de compromiso y de las implicaciones que tiene esta relación a corto y largo plazo.

Cosas como que un miembro de la pareja desee una relación exclusiva y la otra persona no, que un@ quiere tener hijos y el otr@ no, y un largo etc., son importantes para valorar la compatibilidad real de las personas implicadas en esta relación. Al final, sólo uno de los escenarios es posible, y eso implicará un gran sacrificio para la persona que no vea cubiertas sus necesidades.

Por otro lado, es importante ser consciente de si la relación está construida o funciona desde algún o algunos mitos del amor romántico, ya que éstos suelen entrañar cierta toxicidad y/o dependencia emocional.

En última instancia, lo principal es que nos sintamos a gusto con nuestra pareja. Por supuesto, es complicado estar siempre bien, pero las señales emocionales son muy importantes para comprender cuánto de bienestar nos brinda este vínculo y cuánto de malestar. Esto es un buen indicador para saber si hay cosas que atender y si la relación está siendo sana para ti.

 

  1. Poner el foco y hacernos cargo de nosotr@s mism@s.

Una de las problemáticas más habituales en terapia de pareja son las constantes discusiones y conflictos entre los miembros que la conforman. Estas discusiones suelen implicar un bucle en el que cada un@ tiene una lista innumerable de quejas y recriminaciones presentes y pasadas sobre su pareja. Esta lista, la acompaña cómo es lógico, sus correspondientes propuestas de cambio. Muchas veces, hay tantas propuestas de cambio que resulta imposible que se lleven a cabo, ya que eso implicaría prácticamente tener una relación con otra persona diferente. Además, llegar a esta situación es tan desbordante y genera tanto malestar, que es complicado que se produzcan avances y cambios en las cosas que sí puedan mejorarse.

En general, en los vínculos adultos, aunque acostumbremos a esperar que nuestra pareja satisfaga ciertas necesidades, no sólo emocionales, sino sociales, de ocio, intelectuales etc.,  lo más sano es que cada uno cubra sus necesidades, así no habrá dependencia emocional, te sentirás autosuficiente y váli@, con una vida más satisfactoria.

Una vez que cada uno cubre sus necesidades, es mucho más fácil mirar con perspectiva a la pareja y ver qué te aporta la otra persona y si para ti es suficientemente bueno.

En resumen, haciéndote responsable de tu propia felicidad, podrás disfrutar del extra que te brinda tu pareja.

Una vez que se reduzca el nivel de conflicto, podrás hablar con tu pareja de los pequeños cambios que podéis hacer para que la relación sea más satisfactoria. La comunicación positiva y constructiva es fundamental para que funcione adecuadamente. Plantéate qué clase de cambios necesitáis cada un@ , y si realmente conectáis con la necesidad de hacerlo distinto ya que si no, es poco factible que el cambio se produzca o se mantenga mucho tiempo.

  1. Resolución de conflictos

Este apartado es básico: es fundamental que os comuniquéis y que lo hagáis para construir. Si no hay comunicación, falta información y por muy intuitiv@ que seas, la mayoría de veces no acertarás del todo. Piensa que la forma que tenemos de interpretar el mundo es a través de nuestras propias necesidades, emociones, ideas… Es decir, a través de nuestra propia mirada. Por muy empático@ que seas y mucho que conozcas a la otra persona, es complicado que analices una misma realidad con la mirada de otra persona y aciertes, ya que siempre te va a faltar información.

Siempre pregunta antes de dar por sentado algo, siempre expresa antes de pensar que la otra persona tiene que adivinar lo que piensas o sientes.

  1. Afecto

En la actualidad, existe cierta confusión entre la sensación de estar enamorado y el amor. Parece que en cuanto la pareja lleva más tiempo junta que el tiempo que duran esas mariposas en el estómago y esa emoción/excitación por estar con la otra persona, significa que ya no hay amor. El amor va evolucionando a lo largo del tiempo y cambia en la forma de existir en una pareja. Sin embargo, es fundamental que, estés en la etapa que estés, siga habiendo afecto. El afecto es una forma de recordarnos que atesoramos al otro. Este afecto puede manifestarse de muchas formas distintas, por lo que será importante que pensemos en cómo y cuándo damos ese afecto o si es una tarea pendiente en la relación de pareja.

 

 

 

 

 

Resiliencia. Superar la adversidad

Resiliencia. Superar la adversidad

Resiliencia. Superar la adversidad.

¿Cuántas veces has escuchado eso de que “toda crisis, supone una oportunidad”?

¿Te resulta fácil ver la oportunidad, la posibilidad de crecimiento, aun cuando estás en medio de la tormenta?

¿Realmente todas las crisis y situaciones adversas por las que has atravesado en tu vida, te han llevado a ese “despertar”?

 

LA INEVITABLE ADVERSIDAD

Un despido inesperado, una promoción no conseguida, un proyecto que no sale, una ruptura afectiva, un suspenso imprevisto, un rechazo, … Todas son situaciones comunes en la vida, que experimentamos como una brecha en nuestro bienestar y que vivimos con un sentimiento de profundo fracaso.  Y el fracaso, independientemente de cómo se presente en nuestras vidas, viene acompañado por una oleada de sensaciones y emociones difíciles, que acaban aturdiéndonos: vergüenza, desesperación, tristeza, decepción, abatimiento, miedo, rabia, desconsuelo, etc.

Siempre me he preguntado por qué unas personas son capaces de sobreponerse rápidamente a dichas situaciones, viviendo estos procesos como auténticos “despertares”. Haciendo de sus crisis auténticas oportunidades de crecimiento, personal y profesional. Y por qué otras, por el contrario, quedan atascadas y sumidas en un estado de permanente confusión y hundimiento generalizado, que no las dejan avanzar y continuar con sus vidas.

Y la respuesta a dicha pregunta la encontré en la, más que conocida, capacidad de resiliencia. Y es que en la gran mayoría de los relatos de personas que han superado alguna adversidad en su vida, siempre aparece la capacidad de superación, como el principal factor que les impulsa a sobreponerse y continuar con sus vidas. Obteniendo además, de dichas situaciones, unos aprendizajes que resultarán críticos cuando de nuevo tengan que enfrentarse a las futuras e inevitables crisis que se irán sucediendo en sus vidas.

QUÉ ES LA RESILIENCIA

¿Pero de qué hablamos, concretamente, cuando hablamos de resiliencia? La mayoría de las definiciones recogen dos aspectos clave sobre la resiliencia:

  • El primero es que resiliencia implica la capacidad para hacer frente a las adversidades de la vida.
  • Y el segundo, de especial relevancia, añade a lo anterior la capacidad para salir fortalecidos ante dichas adversidades.

Este último aspecto es muy relevante porque, generalmente, el objetivo que perseguimos cuando nos encontramos ante alguna adversidad, es el de recuperar el equilibrio perdido, volver a ser como éramos antes.  Éste es un instinto normal, de supervivencia básica: recuperar nuestro estado previo es un impulso innato. Sin embargo, esto ya no es posible, ya que toda situación difícil o traumática nos acaba cambiando irremediablemente. Por tanto, luchar por intentar recuperar la situación de partida, solo nos provocará más dolor.

En su lugar, practicar la resiliencia ante una situación difícil, conlleva aceptar que se ha sufrido un cambio irreversible. Una pérdida del estado previo, que ya nunca volverá, pero que dejará espacio para salir fortalecidos, en base a la creación de nuevas estrategias de afrontamiento. De ahí que, cuando hablamos de crisis, hablemos también de oportunidad y de crecimiento.

Llegados a este punto, me parece importante destacar que no todos poseemos las mismas estrategias de afrontamiento. Cada cual transita por la vida con una mochila de experiencias, con más o menos herramientas para hacer frente a las adversidades. Por ello, si algo caracteriza a las personas resilientes es su capacidad para pedir ayuda cuando sienten que ellos solos no pueden con la situación. Tener el coraje de mostrarnos vulnerables ante determinadas situaciones y pedir ayuda, será muy importante para salir fortalecidos ante cualquier adversidad.

CÓMO SUPERAR EL FRACASO

La reconocida socióloga Brené Brown, en su libro “Los dones de la imperfección” (Gaia Ed., 2010), nos ofrece tres patrones conductuales que nos permiten poner en práctica la resiliencia: cultivar la esperanza, practicar la consciencia crítica y dejar atrás el “entumecimiento”. Veamos cómo poner en práctica cada uno de ellos, para superar las situaciones adversas que nos sobrevienen.

  1. Cultivar la esperanza

La esperanza no es una emoción, ni un sentimiento. Es un proceso cognitivo compuesto por tres factores que debes trabajar conscientemente:

  • Saber qué metas quieres conseguir.
  • Tener la perseverancia necesaria para perseguirlas, asumiendo que a veces tendrás que aceptar el fallo y transitar por rutas alternativas.
  • Creer en tus propias posibilidades para conseguirlas. Y, como ya hemos comentado, pedir ayuda cuando no te veas capaz de hacerlo por ti mismo.
  1. Practicar la consciencia crítica

Esta habilidad consiste en darte cuenta de que tus pensamientos y tus expectativas no siempre reflejan la realidad. Es decir, practicar la consciencia crítica, implica aprender a verificar la realidad de lo que vemos, sentimos y nos decimos a nosotros mismos.

  1. Evitar el entumecimiento

Tenemos una tendencia natural a suavizar, ocultar o evitar todas aquellas emociones y sentimientos que nos provocan dolor o incomodidad. La forma de “entumecernos” puede ser muy variada y, desde luego, adictiva: alcohol, drogas, comida, sexo, compras, internet, etc.

Es decir, ante cualquier situación adversa que nos hace sentir vulnerables, nos “anestesiamos”, buscamos experiencias sustitutivas que nos hagan alejarnos de experimentar el dolor. Nos alejamos, por tanto, de la oportunidad para crecer, evolucionar y mostrarnos de forma auténtica.

La práctica de la atención plena mediante ejercicios de autocuidado, mindfulness y autocompasión, siempre será un buen recurso para anclarte en el presente, aceptar las emociones que te invaden ante situaciones adversas y establecer, de forma esperanzada, crítica y responsable, las acciones que te acerquen a sobreponerte a cualquier situación adversa.

Practica la resiliencia y llena tu mochila con nuevas herramientas de afrontamiento ante el dolor.

 

Sanitarios saturados

Sanitarios saturados

Sanitarios saturados

Sí, habéis leído bien. Este artículo se llama «Sanitarios saturados» y aunque queremos que llame vuestra atención, también es una realidad.

Nos encantaría poder decir que en ningún momento vamos a tener que utilizar estas palabras para describirnos a nosotras mismas y más trabajando en el ámbito de salud mental.  Sin embargo, es importante que visibilicemos las emociones desagradables y los momentos complejos a nivel emocional que tod@s tenemos y que son, no sólo normales, sino también necesarios.

Así que aunque normalmente nos centramos en aspectos que creemos que os pueden interesar a tod@s, hoy vamos a aprovechar nuestra propia experiencia para hablar sobre algo que tod@s sentimos en ocasiones.

¿Cómo sé que estoy saturada? 

Esta es la pregunta del millón y es que, ostrás, ¿Cuándo no estamos cansados, o tenemos más ganas de descansar de lo que la vida nos permite? Por supuesto que esto es algo muy normal y es natural que el esfuerzo que nos requiere trabajar nos suponga una consecuencia en nuestro estado físico. 

 

Pero, el problema viene cuando este cansancio y fatiga pasan a un siguiente nivel. Cuando no tengo ganas o energía para hacer actividades que me gustan, cuando tareas rutinarias del día a día se me hacen un mundo, cuando la sensación de tener que hacerme cargo de las cosas me genera ansiedad, cuando mi entorno personal me genera angustia, cuando no puedo afrontar el resto de áreas de mi vida porque no me siento con fuerzas, etc. Todos estos ejemplos, hablan de una afectación importante del trabajo y cómo nos sentimos en él.

El trabajo no tiene porqué pesar tanto a nivel emocional. Por supuesto, no siempre vamos a encontrar un trabajo que nos llene y nos ayude a crecer profesional o personalmente. Pero éste no debe de suponernos un precio en nuestra salud.

¿Por qué me he saturado? 

Buscar la causa de sentirse saturado requiere mirar tanto hacia dentro, como hacia fuera. Y es que la realidad este tipo de situaciones tienen como causas factores internos y externos. 

 

Dentro de los factores internos influyen de forma importante las herramientas de gestión emocional que hemos aprendido, nuestra capacidad para desconectar del trabajo y sobre todo, nuestra autoexigencia y la responsabilidad que nos atribuimos. ¿Esto quiere decir que es malo ser autoexigente o responsable? No, por supuesto que son buenas calidades para un trabajador,  pero cuando se llevan sin límite nos ocasiona dificultades en diferentes áreas. Por ejemplo, no ser capaz de delegar cuando la cantidad de trabajo nos sobrepasa o trabajar más horas de las que realmente podemos. Si quieres leer sobre cómo desengancharse del trabajo, pincha aquí.

Dentro de los factores externos hay que tener en cuenta el tipo de trabajo en el que estamos y la estructura que conlleva. Cuando el trabajo conlleva un ambiente laboral en el que la exigencia es más alta que la capacidad personal para asumirla, genera estrés y sensación de nunca finalizar el trabajo. También las dinámicas que se generan en nuestro ambiente de trabajo son importantes, ya que cuando compartes la carga se hace más ligera.

¿Qué hago con todo esto?
 CSG Mens

Ahora llega lo más práctico de toda esta situación, ¿Qué hago para manejar esta situación en la que me encuentro? Lo primero y más importante es tener en cuenta que necesitamos descansar de una manera no exigente. Es decir, normalmente cuando nos proponemos descansar del trabajo, pensamos en realizar actividades de ocio que están muy bien. Pero antes de todo esto, tenemos que permitirnos descansar de cualquier actividad que nos demande cognitivamente. Saborear lo bueno de perder el tiempo y simplemente parar.

Una vez hemos recuperado energía es importante que trabajemos en dos vías importantes: cómo enriquecer nuestras áreas no laborales y qué cambios podemos hacer en nuestro trabajo y nuestra forma de enfrentarnos a él. 

 

La foto que ilustra este post pertenece a CSG Mens.

Pedir ayuda

Pedir ayuda

Pedir ayuda

No hace falta poder sol@.

Últimamente he puesto el foco en la dificultad que tenemos algunos adultos para pedir ayuda. Tanto en lo personal como en lo profesional son muchas las veces que escucho a alguien contar un problema y finalizarlo con “pero puedo solucionarlo solo” o “pero bueno, ya me encargaré”.

Muchas veces, veo como padres y madres de niñ@s y adolescentes que acuden a consulta, intentan poder sol@s con sus dificultades, sus miedos y sus problemas. Claro que normalmente lo consiguen tarde o temprano, pero, ¿y si no tuviéramos que hacer todo sol@s?

 

TENEMOS UNA NATURALEZA SOCIAL

Esto quiere decir que, por naturaleza, el ser humano es un animal social. Desde el momento del nacimiento estamos programad@s para crear un lazo emocional con nuestros cuidadores principales. A este lazo que el bebé crea con sus figuras principales se le denomina apego.  A medida que crecemos, vamos ganando independencia respecto a dichas figuras. Sin embargo, mantenemos una necesidad de pertenencia a un grupo de referencia.

Esta necesidad se desarrolla durante la adolescencia de manera más marcada y se mantiene a lo largo de toda nuestra vida.

¿Qué crees que ocurriría si aislamos a un ser humano de otros seres humanos? Seguramente no sobreviviría y, mucho menos, con la calidad de vida que las personas necesitan. Necesitamos de otras personas para sobrevivir al medio y tener nuestras necesidades cubiertas.

 

 

APRENDER A PEDIR AYUDA

En general, tenemos interiorizado que pedir ayuda a otras personas es signo de debilidad. Tendemos a pedir a otr@ que nos acompañe en una tarea o nos escuche cuando llegamos al límite o no encontramos salida. Por ejemplo, cuando nos encontramos ante una mudanza y algun@s amig@s se ofrecen a ayudarnos, solemos rechazar dicha ayuda para “no molestar a nadie”. Los días de mudanza llegan y los niveles de estrés que alcanzamos suelen ser bastantes altos.

A veces no consiste en compartir las cosas cuando ya no podemos más o necesitamos ayuda sí o sí para llevar a cabo una acción o tomar una decisión. A veces compartido sabe mejor. Es decir, si cuando estoy haciendo cajas para la mudanza le pido a un par de amig@s que me acompañen y me ayuden es posible que el rato de empaquetar se convierta en algo agradable y compartido. Por tanto, ayudará a reducir niveles elevados de estrés ante este acontecimiento.

A veces, compartir ciertas situaciones o momentos que generan emociones desagradables, ayuda a que éstas no alcancen niveles muy elevados o, al menos, a poder regularlas a través de la experiencia compartida de las mismas. Lo mismo pasa con las situaciones positivas en las que nos sentimos bien, aunque solemos tener menos problemas en compartir éstas.

¿CÓMO LO HAGO?

Te invito a que pruebes a compartir de vez en cuando alguna dificultad sencilla que  hayas atravesado recientemente. Incluso, si estás teniendo algún problema en la actualidad, te invito a que se lo cuentes a alguien con quien tengas confianza. Puede que no necesites que nadie te guie o aconseje, puedes empezar diciendo que no buscas la opinión de otra persona si no simplemente ponerlo en palabras para desahogarte un poco.

El desahogo emocional tiene un efecto muy placentero. No tenemos que poder con todo sol@s, no podemos negar nuestra naturaleza social. Te invito a que empieces a compartir tanto lo agradable como lo desagradable, compártelo y mira si hay cambios en tus emociones, si se reducen o intensifican.

Por último, me parece importante hacer una llamada a los que sois padres y madres. Recordad que l@s hij@s son prioritari@s e importantes, pero también vosotr@s podéis necesitar ayuda. Si estáis bien, esto tendrá efecto directo e inmediato sobre ell@s y la gestión que hacéis de sus emociones. Así que, no dudéis en compartir las cosas que os ocurren como padres y como personas.

 

¿Cómo comunicarme con mi hijo@ adolescente?

¿Cómo comunicarme con mi hijo@ adolescente?

¿Cómo comunicarme con mi hijo@ adolescente?

 En este vídeo de escuela de padres, Violeta nos propone algunos tips prácticos sobre comunicación con adolescentes.

 

Escuchar:

Número uno, escuchar. Número dos, escuchar. Número tres, escuchar. Y en el cuatro, entonces ya veo cómo podría hacer otras cosas, como dar alguna pauta, corregir si hiciera falta, etcétera, etcétera.

Hay chavales que se quejan mucho de que antes de haber escuchado y habernos enterado de qué iba la cosa, ya estamos corrigiendo. ¿Desde dónde hacemos esto como padres? Desde el “me preocupa que te hagas daño y quiero prevenir que caigas en los mismos errores que yo cometí en mi propia adolescencia o en mi histórico”. Desde luego que se entiende la intención y que como intención es muy positiva, pero consigue poco.

No corregir:

¿Qué os propongo? En el momento, NO CORREGIR. Cuenta una situación que le ha ocurrido, se ha llevado un disgusto con una amiga. Le acompaño con escucha activa. Si ocurriera algo muy gordo y urgente que hay que corregir de inmediato, por supuesto, a por ello. Si no, tenemos una herramienta muy interesante que es corregir al día siguiente. Oye, todo esto que me contaste tan importante para ti, me he dado cuenta, he estado pensando, que igual en esto te puedes estar equivocando. ¿Qué te parece?

Como es al día siguiente y ya no tiene esa emocionalidad tan fuerte, conseguimos los dos efectos, por un lado, me has podido acompañar, me he sentido muy escuchado y sé que mamá o papá está ahí para mí, por otro lado, ahora sí puedo tomar el aprendizaje de tu consejo.

Escenarios de oportunidad:

Así como l@s niñ@s tienden a tener una comunicación más amplia, l@s adolescentes suelen ser un poco más escuetos, en la comunicación sobre lo que les pasa y lo que sienten. Entonces, tienen una capacidad especial para elegir el momento, y a veces el momento más inoportuno. Qué importante que como padres estemos disponibles.

Puede que yo esté terminando una cosa del trabajo, en una llamada, escribiendo un informe rápido. Si viene mi adolescente preocupado o angustiado con algo, a ser posible, durante un instante, el mundo se para, conecto contigo. Me importa muchísimo lo que me estás contando. Ahora tengo un poquito de prisa, pero porfa, cuéntamelo un poquito y después lo resolvemos juntos. Qué importante que tomemos el hilo en ese instante. Si en ese instante lo que yo hago es: ay, hijo, déjame. Si es que estoy con mil cosas y ya me lo contarás después. Es bastante probable que después no lo cuente.

Mis reacciones:

Cuando llega mi hijo o mi hija y me cuenta una situación preocupante hay varias reacciones que con frecuencia tenemos los padres.

  • ¿No te das cuenta de que tus amigas no te hacen bien? Ya te lo había dicho yo. Déjame que hable con sus madres.

¿Qué consigue?

Para el adulto, sensación de tener razón y de estar resolviendo con seguridad.

Para el hijo, que no nos cuente más, previendo que la siguiente vez también habrá enfado y papá estará lleno de razón.

  • Preocupación excesiva y angustia.

Madre mía, pero ¿cómo te ha pasado esto? Lo paso fatal con lo que me cuentas. La próxima vez es mejor que no vayas tú solo.

¿Qué consigue?

Para el adulto, sensación de alivio por haber expresado su emoción. Y creer que le protejo avisándole del riesgo.

Para el hijo, no volver a contarlo, no me comprenden y sensación de culpa por hacer que su madre pase un mal rato.

  • Tristeza

Me duele el disgusto que te has llevado. Incluso llanto en su presencia y se tuerce el día.

¿Qué consigue?

Para el adulto, nada. Pasar un mal rato y sentir que el suelo se derrumba.

Para el hijo, que se sienta completamente solo, inseguro y culpable por haber hecho pasar un mal rato a papá. La siguiente vez no lo contaré y, además, me sentiré menos capaz de gestionarlo.

Con estos tres pequeños ejemplos vemos, la gran importancia de que yo como adulta pueda ofrecer una escucha muy cariñosa y neutra en lo emocional. En estas situaciones, las importantes son sus emociones, él o ella están viviendo retos y yo debo ser más fuerte, más sabia, más cariñosa. De lo contrario, ahí es donde cortamos el canal de comunicación y le estamos dejando solo. Además, le estaría pidiendo que ella o él se haga cargo de mi emoción desbordante y de expectativas que no le corresponden.

Yo soy la adulta, acompaño al adolescente en sus retos. Si tengo alguna emoción desbordante, me la tengo que trabajar yo, no él.

 

Actividades que ayudan:

Hay adolescentes que son todavía muy comunicativos, que el canal de comunicación está muy abierto, y hay otros que lo tienen bastante cerradito. ¿Qué os proponemos ahí? Actividades juntos. Si resulta que el domingo por la mañana vamos a montar en bici juntos y después damos un paseo por el campo, ya tenemos un rato muy agradable, ese chico o chica ha bajado las defensas, se siente a gusto, ha pasado un buen rato con papá o con mamá, y es bastante probable que ahí comunique. Si quieres indagar en más herramientas para abrir canal de comunicación puedes poner en práctica algunas de las que proponemos en el artículo X.

Predicar con el ejemplo:

Es complicado que mi adolescente se comunique mucho si yo no cuento nada. Por el contrario, si llega la hora de la cena y mamá o papá cuentan por ejemplo he tenido un enfado en el trabajo, me ha pasado tal cosa, este proyecto que tenía que terminar no nos ha salido y estoy bastante frustrado. O también, he estado hablando con tu tío, hemos llegado a tal acuerdo y estoy muy ilusionado. Papá y mamá al compartir van sentando las bases, dando el ejemplo de en esta mesa y en esta cena, las cosas se comparten, por tanto, muy probablemente, después compartirás tú. Cuál es un error que cometemos muy a menudo, interrogo. Cuéntame cuéntame, es que mi hija no me cuenta nada. Bueno, tendrá que haber una comunicación en las dos direcciones. Aquí puedes leer una carta de tu hijo adolescente

Adolescentes y vínculo de apego:

Cuando hablamos de apego en consulta, muy a menudo son los papás de los más chiquititos los que están preocupados por el tema, pero nosotras lo que proponemos es que justamente los adolescentes son los que más necesidad tienen de esto. Es una época en la que la relación está en juego y cuando un chaval o chavala se pone ante una situación difícil y la imagen interiorizada que este chaval tiene de mamá o papá va a tener un papel principal. Cuando menos parece que nos necesitan, en el fondo es cuando más nos están necesitando. Aunque no lo digan, aunque estén un poquito lejos. Es muy importante que el vínculo afectivo en la etapa de la adolescencia esté muy fuerte. Si quieres leer sobre apego, puedes consultar nuestro artículo  Apego. ¿Qué es y por qué es tan importante? 

Para terminar, si dispones de un rato más largo, nos encantaría que puedas ver este programa de A mi yo adolescente sobre el valor de la palabra. Nuestros adolescentes nos contaron con valentía cómo es para ellos la comunicación.