Alerta ante las relaciones tóxicas
Parece que las relaciones son cada vez más complejas. Antes, con una cierta reciprocidad se daba por terminada la conversación. Las películas terminaban con un beso de amor y un “fueron felices y comieron perdices”. Sin embargo, ahora se habla de límites, de red flags o “banderas rojas”, de estilos de apego y de lo que parecen un sin fin de restricciones para tratar de evitar esa relación que podría hacernos daño.
Es una suerte que estemos prestando más atención a la calidad de nuestras relaciones afectivas, pero a su vez, puede resultar en cierta desorientación a la hora de establecer una nueva relación, sobre todo, porque se hace mucho más hincapié en lo que debemos evitar, en los límites y los red flags que en aquello que podemos buscar.
Los límites son importantes, es importante saber qué es importante para ti, a qué no quieres renunciar en tu vida, pero muchas veces son personales, ¿te mudarías de cuidad o de barrio?, ¿renunciarías a tener hijos?, ¿cambiarías de trabajo?, ¿aprenderías un nuevo hobbie? Muchos de estos límites son personales y negociables, dependen tanto de la persona como del momento en que esté la relación.
Hay otros límites, que tampoco se tomaban en consideración en este “y fueron felices y comieron perdices”, que no son personales, sino que tienen que ver con nuestra salud mental. Parece esencial, en cualquier caso, que toda nuestra vida no gire alrededor de una única relación -tampoco de la de pareja- porque eso nos permite mantener una cierta autonomía para que la decisión de seguir en esa relación siga siendo tal y no una necesidad.
A la búsqueda de la relación sana
Tanta restricción puede protegernos, pero también supone una dificultad para vincularnos con el otro y no siempre un puente para hacerlo de forma sana. Una de las grandes enfermedades de nuestro tiempo, más allá de las relaciones tóxicas, es el aislamiento afectivo. Y es que el vínculo ejercido no solo desde la decisión y la racionalidad, sino también con algo de la vulnerabilidad implica poder estar conectados con nuestra parte emocional es saludable.
Por ello, tal vez es más útil preguntarnos ¿qué necesitamos buscar en una relación?
En todas las relaciones es importante mantener una cierta autonomía. Es decir, mantener la capacidad de terminar la relación si lo deseamos. Eso no quiere decir que tengamos que vincularnos tan poco que dejar la relación fuera a ser excesivamente sencillo, sino que sería posible. Que podemos amar sin dejar de amarnos a nosotros mismos. Que podemos ceder, sin dejar de perseguir nuestros propios intereses y metas.
Otro aspecto importante de las relaciones sanas es la seguridad. Las mariposas en el estómago pueden ser parte de momentos especiales, pero si se alargan a través de la relación suelen ser ansiedad y no enamoramiento. No podemos vivir con el corazón en un puño pensando qué es lo siguiente que pasará con nuestra pareja o si nos dejará cada día.
La comunicación es otra clave para encontrar un buen compañero de viaje. Alguien con quien puedo comunicar mis emociones, mis miedos, mis deseos, mis opiniones porque sé que serán escuchados con respeto y cariño.
El amor es otro ingrediente necesario para una relación (pero es muy importante entender que no es suficiente. Ningún ingrediente por sí solo lo es.) Pensar qué gestos, momentos o situaciones te hacen sentir amado, reflexionar sobre cómo tú haces sentir amado a tu pareja os permitirá fortalecer el vínculo.
Por último, si te cuestionas si estás en una relación de violencia es porque probablemente sea así. Las relaciones que elegimos y en las que invertimos nuestro amor no deberían encontrarse en el límite de la violencia, sino representar un estándar de cuidado.