¿Por qué elegí la Terapia de Aceptación y Compromiso?

En 2012 trabajaba en la Universidad Autónoma de Madrid aplicando terapia cognitivo conductual. Nuestro lema implícito era la rigurosidad científica aplicada. Dominar los tratamientos empíricamente validados para ofrecer psicología sanitaria de calidad. Reto conseguido. Equipo maravilloso. Acercaos al CPA de la UAM siempre que tengáis la oportunidad.

En «psicoterapeutas.com» trabajaban aplicando la terapia de aceptación y compromiso de manera pionera. José Antonio García Higuera, maestro para todas, me propuso aplicarlo con población infantil. Había muy poquito escrito y claramente iba a funcionar.

Encontré tres claves que a día de hoy siguen resultándome centrales:

 

1. Aceptación

No buscamos eliminar el síntoma sino aprender a vivir con él. La vida conlleva épocas complicadas, emociones difíciles y aprender a surfearlos genera una herramienta empoderadora de por vida. No se trata de resignarse sino de aceptar. Aceptación incondicional de ciertas dosis de dolor y desencuentros como parte de la vida, nos convierte en más capaces, con más holgura, más libres. En lugar de seguir escapando de ello como si fuera, efectivamente temible, atrevernos a mirarlo de frente. A la ansiedad, a los pensamientos molestos, al evento doloroso, al miedo, e ir viendo como ya no nos condicionan, como yo puedo volver a conducir mi vida. Gestionarlo de otra manera.

 

2. «Defusión» del pensamiento

Un uso distinto del lenguaje. Lo importante no es el contenido si no el uso que hacemos de él. Puedo tener pensamientos irracionales, molestos o poco útiles. «No soy capaz», «van a reírse de mi», «va a ocurrir algo terrible», «soy un fraude». Con frecuencia nos enredamos o bien en creernos esos pensamientos y hacerles caso, o bien en luchar para que se vayan y solo así continuar el camino. «Hasta que no me sienta capaz, no voy a dar el paso».

ACT propone aprender a «defusionarnos» de nuestros pensamientos. » Tengo el pensamiento de que se van a reír de mi. Pero es solo un pensamiento. Yo soy algo más». Y  entonces continuar el camino.

 

3. Valores

El uso de los valores, que suena casi anticuado, también es central. En la terapia colocamos al paciente en el centro y creemos firmemente que es el paciente quién mejor puede elegir hacia dónde verdaderamente caminar. Hacemos un trabajo de clarificación de valores. ¿Hacia dónde quieres ir realmente? ¿Para ti, qué es lo verdaderamente importante? El cambio tarda un poquito más en llegar que cuando utilizamos una terapia más directiva. Sin embargo, cuando llega, se mantiene en el tiempo y se extiende a otras áreas aún no trabajadas. El paciente toma esa dirección de cambio como propia y continúa avanzando en su mejoría cuando aparecen nuevos retos, pues las herramientas y su firmeza para redirigirse en dirección a sus valores, ya los tiene. 

Con estos tres ingredientes centrales y, viendo los buenísimos resultados también con población infantil, me enganché a ACT. Que los niños sean seres pequeñitos no quiere decir que no disfruten de conocerse y que no aprendan a gestionarse y a enfrentar nuevos retos. En función de las herramientas que les demos, serán más capaces de ser sujetos activos en su propio crecimiento. Actor versus espectador. Qué grandes maestros nuestros pequeños.

Y siguiendo con la terapia de aceptación y compromiso, otros tres ingredientes interesantísimos son:

 

4. Presente

Colocarse en el momento presente. La felicidad percibida depende en enorme grado de si estamos en lo que estamos, o si nos hemos ido a pasear por el pasado o el futuro. Cuando aprendemos a darnos cuenta de que “nos hemos ido” y entrenamos que nuestra atención se centre en el instante presente. Pensamiento, emoción y sensación focalizadas en lo que verdaderamente está pasando y no en ensoñaciones ni escapes hacia otros momentos, entonces, el grado de bienestar percibido crece enormemente. Estemos en un concierto de música espectacular o comiendo un bocadillo de queso en un banco.

 

5. Acción comprometida

Acción comprometida con los valores que yo elijo. En lugar de hacer cosas que me alejan de mi dirección valiosa, ir estableciendo pasos concretos que me vayan acercando con coherencia al tipo de vida que quiero vivir.

 

6. Yo contexto

Desarrollar la visión del yo observador. Entrenar cierta holgura interior para poder ver los eventos como lo que son y tomar perspectiva. Este concepto es un pelín complejo y podremos desarrollarlo en otro artículo. Si te interesa, escríbenos.

Como índice de estos elementos terapéuticos utilizamos el Hexaflex para guiar el recorrido de las diferentes tareas a ir aplicando en sesión:

Hoy hemos hablado de ACT, uno de los marcos teórico-prácticos que utilizamos con éxito.

En Pons aplicamos lo que hoy se llama psicoterapia integradora: aunar perspectivas para enriquecer la visión . Dependiendo de la persona, su motivo de consulta y su histórico, elegimos desde qué perspectiva terapéutica iniciar la intervención. Qué importante hacer un recorrido completo por la persona y tocar exactamente las teclas que ella o él necesiten en ese momento de su vida. La psicología como ciencia viva. Seguimos creciendo.