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Relación mente-cuerpo

Relación mente-cuerpo

A pesar de que vivimos en un mundo completamente inundado por la tecnología y el desarrollo científico, prevalece la idea de que la mente y el cuerpo son entidades separadas. Todos sabemos que existe una relación estrecha entre estas dos entidades pero las tratamos como si respondieran a mecánicas diferentes. 

A nadie se le escapa que los nervios están también en el estómago, que la ansiedad da dolor en el pecho o que la tristeza se puede alojar en la garganta.

Tampoco se nos hace extraño reconocer que cuando estamos enfermos o nos encontramos mal estamos más tristes, de peor humor o que vivir con dolor, por ejemplo, puede afectar incluso a nuestra gestión emocional. 

Sin embargo, seguimos diciéndole que se anime a alguien que se encuentra mal psicológicamente cuando no le decimos tan alegremente que se cure a alguien que tiene un problema físico, porque sabemos que no depende exclusivamente de la voluntad. Sabemos que cuando alguien tiene un problema físico debe cuidarse, pero no se nos ocurre responsabilizar a alguien que tiene cáncer por haber perdido el pelo o por haber dejado de hacer ejercicio físico. Una persona con depresión puede haber perdido a sus amigos y haber dejado de trabajar y sin embargo, su actitud, generalmente nos parece mucho más cuestionable. 

La mente es una propiedad emergente del funcionamiento del cerebro en el cuerpo, de su interacción con el medio y de las cosas que nos han ocurrido a lo largo de nuestra vida. Esta mente, entendida como propiedad emergente, evidentemente tiene mucho que ver con el cerebro, pero va más allá, está íntimamente conectada con el funcionamiento del cuerpo. 

Somos mucho más que lo que sentimos y pensamos, el dedo gordo de nuestro pie es tan nosotros como nuestra cabeza. 

 

 

 

Tomar conciencia, conciencia plena, de este hecho tiene multitud de implicaciones, pero estas dos son esenciales: (1) cambia nuestra forma de entender la salud mental como sociedad, y (2) desde esta comprensión profunda de la mente y el cuerpo podemos aprender a tratarnos mejor, con más salud y más cariño, tanto cuando estamos mal, como cuando estamos bien a cualquier nivel. 

La justicia social respecto de la salud mental es esencial. ¿Cómo puede ser que nos siga dando vergüenza tener pánico o ansiedad cuando no hemos conocido nunca a nadie con vergüenza por ser diabético?. Si entendemos que el sufrimiento psicológico no depende de la persona podremos comprender mejor lo que supone vivir con él, acercarnos con otra mirada y ser más amables en el acompañamiento en su camino. 

Pero también nos permitirá cuidarnos mejor. Las personas no sabemos cuándo debemos acudir a terapia, esto ha mejorado un poco en los últimos años, pero seguimos esperando a estar muy mal, verdaderamente mal, para hacerlo. Si nos duele la barriga, puede que no vayamos al médico el primer día, pero si el dolor es intenso o no remite no tenemos dudas. ¿Cuántas personas habrían muerto de apendicitis si tratáramos el dolor de barriga como tratamos el dolor psicológico?

Entender que el sufrimiento psicológico no depende exclusivamente de nuestra voluntad, sino del mundo en el que hemos vivido, las cosas que nos han ocurrido, nuestra base biológica disposicional y un sin fin de cosas han influido en cómo funcionamos hoy en el mundo, nada tiene que ver con no responsabilizarnos de ello. Igual que en la salud física, la recuperación tiene mucho que ver con lo que hagamos, en el trabajo psicológico la analogía es muy similar. 

 

Más allá, también nos permitirá entender que lo emocional es tremendamente importante también para la recuperación física. De hecho, muchas dolencias físicas tienen un origen emocional y por tanto su recuperación pasará también por un trabajo psicológico. En otras ocasiones, aunque exista un origen físico el bienestar emocional y la capacidad para comprometernos con el autocuidado y el tratamiento serán claves igualmente en el tratamiento de la enfermedad. 

Y quizás con esta mirada, podamos vernos con más cariño y cuidado tanto a nosotros como a los demás. 

LA ACEPTACIÓN

LA ACEPTACIÓN

Muchas veces vienen a consulta personas que quieren ser capaces de resolver conflictos que llevan mucho tiempo en sus vidas y que les generan sufrimiento. En este resolver/arreglar, buscamos el alivio de poder dejar de sentirnos mal, lo vemos como la única salida para conectar con la calma, para poder volver a estar bien con ese tema o aspecto de nuestra vida. 

Pero, ¿qué hacer cuando no tiene solución práctica o ejecutable?

TERAPIA

Es importante comprender que no podemos cambiar muchas de las cosas que nos han ocurrido o nos ocurren.

Partiendo de esta premisa, a mucha gente le cuesta pedir ayuda “¿Para qué?” “Si el psicólogo/a no puede hacer nada”. Incluso, en la vida personal, hay mucha gente que deja de hablar de ciertos temas con sus seres queridos, porque siente que, aunque son cosas que le generan mucho dolor todavía, los demás no pueden hacer nada para ayudarles “Siempre es lo mismo” “Soy un pesado/a contando siempre lo mismo”. 

En un proceso terapéutico se pueden abordar todas las áreas de tu vida, valorar qué cambios se pueden hacer, qué cosas introducir o dejar de hacer. Se generan perspectivas nuevas en relación a determinados temas, que nos permiten tener más flexibilidad, ser más adaptativos y en general, tener una mayor sensación de bienestar. 

Además, podemos comprender por qué algo nos duele, nos cuesta, nos conecta con sensaciones complicadas. Entender de dónde viene esto, es fundamental para que podamos hacer cosas distintas. 

Si quieres saber más sobre cuándo ir a terapia pincha aquí.

CAMBIOS

Es fundamental entender que no todos los cambios que se pueden hacer son externos, es decir, no todo el trabajo que hay que hacer en uno mismo es ejecutable y práctico como empezar a pasar más tiempo fuera de casa, hacer más descansos en el trabajo, poder decir “no” a ciertas personas o propuestas etc.,  Muchos de los cambios que nos podemos plantear, lo son, pero conviene no quedarse ahí y trabajar en nuestros procesos internos. Nuestra forma de sentirnos ante determinadas situaciones, los pensamientos automáticos y el diálogo interno («Siempre fracaso en todo», «soy una inútil», «la vida es un asco») son algunos ejemplos.

ACEPTACIÓN

El proceso de aceptación está presente en todos los ámbitos de nuestra realidad: aceptar el fallecimiento de un ser querido, las imperfecciones de mi pareja, las dificultades de mi trabajo, mis emociones con respecto a algún tema, persona o vivencia, etc.

Uno de los cambios más importantes a trabajar es la aceptación de las cosas que no puedo cambiar de forma ejecutable o conductual.

La aceptación es un proceso interno maravilloso que nos permite adaptarnos a los cambios, pérdidas, obstáculos e imperfecciones del mundo y de las personas. Sin embargo, no ocurre exclusivamente con pensar “lo voy a aceptar”, es algo más complejo. Como decíamos antes, puede ocurrir de forma espontánea, pero en muchas ocasiones hay que hacer un atrabajo consciente para aceptar situaciones que se nos quedan enquistadas.

PREGUNTAS Y PISTAS

Vamos a proponerte una serie de reflexiones para que puedas valorar sí quizá, te estás enfocando exclusivamente en cambios ejecutables y, lo que te preocupa o te ocupa habitualmente tu cabeza requiere más bien de un cambio interno como es un proceso de aceptación. 

¿Es algo que puedo cambiar? Y si puedo cambiarlo ¿Estoy dispuesto/a asumir los costes que implica hacer esos cambios? ¿O en realidad no me merece la pena en comparación a la molestia que me genera?

¿Esto que me preocupa me genera exclusivamente malestar? ¿O existen otras emociones asociadas a ello, por ejemplo, disfrute, calma, seguridad, …?

¿Puedo mirar a esa persona o ese tema de una forma un poco más amable? ¿Puedo sentir el malestar asociado a ello, pero también las otras emociones distintas que me vengan?

Si he decidido que no puedo cambiarlo de forma práctica, en vez de seguir rechazándolo ¿Puedo ponérmelo más fácil para convivir con ello? ¿Qué cosas me ayudarían a esa convivencia de forma más amable?

Date tiempo, es importante que comprendas que los procesos de aceptación son más complejos de lo que parecen y añadir exigencia, reproches o prisas es justo lo contrario a lo que necesitamos. 

 

NEUROPSICOLOGÍA DE LAS EMOCIONES

NEUROPSICOLOGÍA DE LAS EMOCIONES

NEUROPSICOLOGÍA DE LAS EMOCIONES

La neuropsicología es una ciencia que surge de la relación entre psicología y neurología. Toda evaluación neuropsicológica debe incluir la observación de la conducta emocional.

Empecemos por definir brevemente qué es una emoción y qué es la neuropsicología. Las emociones son estados fisiológicos y conductuales que dirigen nuestra supervivencia y que aparecen ante determinadas situaciones del mundo externo o interno. De forma tradicional, se acepta que existen seis emociones básicas universales: alegría, tristeza, miedo, asco, enfado y sorpresa. Existen otras tantas emociones secundarias que se van aprendiendo. Por otro lado, la neuropsicología es el estudio de los procesos cognitivos superiores (atención, memoria, lenguaje, percepción…) y su relación con el cerebro, entendiendo este como un todo, es decir que también se estudia o se analiza (o al menos sería recomendable) los procesos emocionales, sociales y conductuales. Todo proceso mental (por ejemplo, sentir alegría) responde a pautas de procesamiento o alteraciones cerebrales (se libera serotonina y dopamina).

Entonces, ¿qué pasa en el organismo cuando nos emocionamos?

En primer lugar, hablaríamos del sistema límbico, también conocido como cerebro emocional, es “el árbitro” que decide qué información merece ser aprendida en función de si la experiencia es placentera o displacentera, impactando por tanto en la memoria y el aprendizaje. El sistema límbico está compuesto por varias estructuras que participan en la regulación emocional como la amígdala, situada en la parte anterior del lóbulo temporal, que se encarga de procesar e integrar la información emocional además de emitir conductas emocionales. Es por eso que está muy relacionada con las respuestas de miedo, nos avisa de un peligro y activa todos los mecanismos para huir o escapar de la amenaza.

 

 

Por otro lado tenemos el hipocampo, el encargado de la memoria emocional. Por ejemplo, nos ayuda a recordar cómo nos sentimos en el colegio, si alguien nos hizo sentir mal, si fuimos felices, etc. Además está vinculado con los instintos, sobre todo con las conductas de agresión, sexo, hambre y sed.

El giro cingulado está relacionado con la motivación y la corteza orbitofrontal caudal participa en la toma de decisiones y se asegura de que emitimos una adecuada conducta social.

El cerebelo, que sería “el gran modulador de las emociones” además de tener otras funciones, integraría la información procedente de la áreas asociativas, regulando la velocidad, la consistencia y la adecuación de las respuestas cognitivas y emocionales al entorno.

El tálamo, “el guardián” ya que está situado en un lugar estratégico para hacer llegar la información a otras zonas del cerebro, además de encargarse de la información que llega de los sentidos (olfativa, auditiva…).

El hemisferio derecho está relacionado principalmente con las emociones displacenceras como la ira o el miedo, además de un ser un “experto” en analizar las expresiones faciales, el tono de la voz y activar los sistema de alerta.

En cambio, el hemisferio izquierdo participa más en las emociones agradables. Está implicado en el control de los pensamientos de contenido emocional y en disminuir la sensación de alerta.

Y entonces, ¿qué papel tiene el cuerpo en todo esto?

El cuerpo es el “contenedor” donde ocurre todo. Por un lado, nos llega la información que nos proporcionan nuestros sentidos (estímulos exteroceptivos) y también nos llega información de nuestro propio cuerpo (estímulos interopceptivos). En un primer momento, sentimos las emociones en el cuerpo y después en el cerebro. O dicho de otra manera, primero temblamos y después sentimos miedo. El cuerpo informa al cerebro que recibe toda la información estimular y la integra en su totalidad. Procesa los estímulos y los une con una emoción. Por eso somos seres cognitivo-emocionales (pensamos y sentimos) y luego seres motores (emitimos una conducta o comportamiento).

 

Por último, te recomendamos dos lecturas sencillas y amenas:

  • En busca de Neurobiología de la emoción y los sentimientos de Antonio Damasio.
  • ¿Para qué sirve el cerebro?: Manual para principiantes de Javier Tirapu.
Rutina de sueño

Rutina de sueño

Rutina de sueño

Establecer rutinas es importante para nuestro autocuidado . Las personas somos cíclicas, es decir, funcionamos en base a los ciclos temporales como el de día y noche. Por ello, nuestros cuerpos agradecen poder predecir qué funciones van a cumplir en cada momento para ayudarnos a adaptarnos a las demandas, tanto del entorno como de nuestro propio cuidado.

Cuando hablamos de rutinas nuestra mente trae temas como el horario laboral o académico, el ejercicio, el aprendizaje de una habilidad… y en ocasiones se nos olvida que en las necesidades básicas una rutina también puede favorecer nuestra salud.

En este artículo vamos a hablar del sueño debido a que su buena calidad, que es necesaria de por sí, nos trae además beneficios secundarios en nuestra salud física y mental, como mejorar la atención, ayudar a la memoria, favorecer al estado de ánimo… 

Empecemos por el lugar donde duermes

El espacio donde duermes debe resultarte agradable y confortable. Asegúrate, si es posible, de que la habitación esté a una temperatura con la que no tengas frío ni calor, de que la cama sea cómoda, de que las sábanas tengan una textura agradable y de que haya un olor que te guste.

Es importante que el lugar donde duermes no se asocie con otros elementos de tu vida que te puedan general algún malestar. Por ejemplo, no estudies ni trabajes en la cama si te genera cierta ansiedad.

¿Cuántas horas debo dormir? 

Las personas jóvenes y adultas debemos dormir entre 7 y 9 horas. La cifra oscila un poco de una persona a otra y puede cambiar en diferentes momentos vitales. Por ello te propongo que comiences estableciendo un sueño de 8 horas y en función de cómo te encuentres aumentes o reduzcas el tiempo de sueño según tus necesidades.

  • Si tus obligaciones son por la mañana, piensa a qué hora debes levantarte y calcula 8 horas atrás para establecer cuál sería tu hora ideal de conciliar el sueño. Resta media hora más y obtendrás cuál es tu hora ideal de irte a la cama. Puedes ponerte un aviso que te recuerde que es el momento de irse a acostar.
  • Si tus obligaciones son por la tarde, piensa a qué hora podrías estar en la cama, añádele media hora para conciliar el sueño y sumando 8 horas más tendrías tu hora ideal de despertarte. Pon una alarma para que así sea.
  • Si tus obligaciones no tienen un horario establecido o no están próximas a las horas de sueño piensa a qué hora quieres dormir y despertar con un margen de 8 horas entre ellas. Te recomiendo que sean horas que coincidan con la noche. Añade media hora para irte a la cama antes de dormir y ya habrás elegido tu rutina de sueño.
El papel de la melatonina

La melatonina es una hormona que nuestro cuerpo produce de forma natural que participa tanto en la conciliación como el mantenimiento del sueño.

Unos de los factores que influyen en la producción de melatonina es la luz, ya que nuestro cuerpo está programado para dormir por la noche y, por tanto, comienza a producir melatonina al anochecer. Al utilizar luces artificiales, confundimos a nuestro cerebro y le hacemos creer que aún es de día. Por eso es importante que, si fuera es de noche, en el lugar donde estemos también lo sea. Esto quiere decir que cambiemos las luces principales y más potentes por luces auxiliares o bajemos la intensidad si tenemos luces regulables. También prescindir de las luces más azules. Por otro lado, lo ideal es que evitemos los aparatos electrónicos un mínimo de media hora antes de irnos a la cama, disminuir el brillo y bajar el volumen al mínimo que necesitemos cuando los utilicemos si ya es de noche.

El otro factor es tener una rutina antes de irse a dormir que sea similar todos los días. De ese modo, tu cuerpo en lugar de empezar a generar melatonina cuando te metas en la cama lo hará mucho antes, ya que le permitirás saber de este modo que la hora de conciliar el sueño se acerca. Así estará mucho más preparado para dormir en el momento que tú quieres hacerlo consiguiendo un sueño más rápido y de mayor calidad.

La rutina de antes de dormir
– Último rato fuera de la cama (unos 30 minutos).

Es recomendable que el último rato del día que pasas fuera de la cama lo dediques a una actividad relajante. No tiene por qué ser todos los días la misma así que te invito a elaborar una lista con las que a ti te apetecen (recuerda evitar aparatos electrónicos). Algunas de ellas pueden ser: darte un baño o una ducha, charlar, dibujar, colorear, ver las estrellas, hacer pasatiempos, jugar a un juego de mesa, tomarte una infusión, hacer manualidades…

– Prepararse para meterse en la cama (unos 10 minutos). 

Cuando termines con tu actividad relajante será el momento de prepararte par

a irte a la cama. Cada persona tiene sus pasos, pero es importante que sea más o menos igual todos los días. Por ejemplo, dar las buenas noches a las personas con las que convives, pasar al baño, cepillarte los dientes, recogerte el pelo, quitarte las gafas y meterte en la cama.

– Acomodarse en la cama (unos 15 minutos).

Una vez en la cama puedes dedicar un rato a disfrutar del bienestar que supone y terminar de relajarte. También es importante en este momento que hagas lo mismo todos los días, lo que tú prefieras: charlar con quien compartas habitación, leer, escribir, ponerte música relajante o sonidos de naturaleza a un volumen muy bajo…

– Coger el sueño (unos 5 minutos).

Por último, es importante dedicar unos minutos a encontrar la comodidad en la cama escuchando a tu cuerpo: elige la postura más cómoda, comprueba si quieres arroparte más o menos, incluso aflójate el pantalón del pijama si es necesario. Disfruta de esa sensación tan agradable hasta que concilies el sueño.

¿Y si esto no funciona? 

Es posible que estas pautas no sean suficientes para que consigas un sueño de calidad. En ese caso, pregúntate si lo que te está dificultando dormir tiene que ver con pensamientos y emociones que te mantienen con inquietud o si puede estar relacionado con alguna dificultad física. Te animo a que, en función de la respuesta, acudas a la persona profesional de la psicología o la medicina correspondiente para que pueda orientarte para conseguir tu objetivo de descanso.

Y recuerda, como dice Rozalén, si quiero mejorar el mundo, primero voy a mimarme yo.

 

Duelo: He perdido a alguien ¿Qué puedo esperar?

Duelo: He perdido a alguien ¿Qué puedo esperar?

Duelo: He perdido a alguien ¿Qué puedo esperar?

 

Estoy perdido, desubicado. No tengo ganas de nada. Estoy como en una nube. Todo me da igual o todo me irrita. No quiero ver ni estar con nadie.

Quizá estoy comenzando a cuestionarme a mi mismo. Cada acto, cada pensamiento, cada paso que doy. Sobre todo, cada paso que he dado. Ojalá pudiera volver atrás en el tiempo y cambiarlo todo.

Tengo preguntas infinitas. Ciertos Por qués resuenan en mi cabeza pero no tengo respuesta.

He perdido alguien. Parece que no se va a acabar nunca esa sensación tan dolorosa y viviré siempre con ella… Estoy en duelo.

¿Qué es el duelo? ¿Qué hago ahora?

DueloComo dice Valentín Rodil en su libro Se me ha roto la vida, la pérdida es como un tsunami que arrasa nuestra casa interior y la deja en ruinas. A partir de ahí, podemos empezar a andar por la orilla fingiendo que no ha pasado nada o podemos empezar a navegar por las aguas del duelo hacia una orilla donde podamos rehacer y reajustar lo que ha quedado en pie, creciendo personalmente. Para ello es necesario embarcarse en un viaje donde encontraremos vivencias inesperadas, tempestades, calma y nuevos significados. Este viaje no será fácil y llevará un tiempo en el que nuestras personas más queridas y cercanas, así como el apoyo de una terapeuta si lo crees oportuno, serán de gran ayuda.

Hay autores que comentan diferentes fases del duelo, pero en este caso vamos a hablar de tareas del duelo. El autor Worden nos habla de cuatro tareas del duelo que, a lo largo de nuestra práctica clínica, hemos visto que se van sucediendo en los distintos procesos, aunque muchas veces de manera desordenada o entremezclándose. Dependerá siempre de la persona. 

La primera tarea es aceptar la realidad de la pérdida: 

Duelo Fase 1

Cuando algo cambia y, sobre todo, cuando alguien se marcha, cuesta cierto tiempo poder creerlo.

Cuesta creer que esa persona ya no va a volver, que no hablaremos de nuevo con ella, ni tampoco la tocaremos ni oleremos más. El reencuentro no sucederá… Es una realidad que tenemos que aceptar no solo de manera intelectual sino también emocionalmente, lo cual lleva un tiempo. En esta tarea, los rituales les suelen ayudar a muchas personas: funerales, un acto en memoria de aquellos que fallecieron, escribir una carta y enterrarla, plantar un árbol… hay infinitas posibilidades, todas ellas buenas. 

Posible dificultad en esta tarea:

La negación, tanto de lo que ha pasado como del significado que tiene la pérdida para la persona. 

La segunda tarea sería elaborar el dolor de la pérdida: 

Este dolor puede ser físico, emocional y conductual. Es importante reconocerlo y vivirlo (embarcarnos en el viaje). En este caso, el dolor puede tener muchas formas e intensidades. A veces puede ser intermitente porque no estamos preparados para afrontarlo e irá viniendo en oleadas. Hay tantas formas de vivir el dolor como personas en el mundo. 

Duelo Fase 2

También pueden llegar otros sentimientos como angustia, ira, culpa o soledad. Todos ellos comunes durante un proceso de duelo, por lo que es importante ir identificándolos para que no nos abrumen.

Posible dificultad en esta tarea:

Evitar vivir este dolor y encontrarnos “como si no sintiera nada”. No hay dolor, pero tampoco ninguna forma de tristeza, enfado o incluso ciertas formas de alegría en momentos puntuales. Pues al bloquear el dolor, bloqueamos también el resto de las emociones. Podría suceder también que intentásemos ocuparnos mucho, evitar cosas que nos recordasen al fallecido o que recurramos al alcohol o a las drogas para conseguir no pensar y evitar el recuerdo de la pérdida junto con su dolor. Si te encuentras en este punto, es importante que consigas la ayuda que necesitas para poder afrontarlo y no quedarte atascado en el proceso.

La tercera tarea es adaptarse a un mundo sin la persona fallecida: 

Para realizarla habrá que ir ajustando nuestra vida cotidiana a la ausencia de la persona fallecida.

Duelo Fase 3

 También habrá adaptar la imagen que tenemos de nosotros mismos tras la perdida, puesto que muchas veces nos construimos en relación y con el apoyo de los demás. Por lo que la pérdida de esa relación puede hacer que se tambalee también nuestra identidad como hij@, madre, padre, herman@, novi@, espos@, amig@, etc., y es importante que la reconstruyamos y adaptemos a la realidad existente. A su vez, habrá que revisar las creencias y valores que teníamos hasta ahora, las cuales podrían verse afectadas. 

En esta tarea de adaptación se crearán nuevos significados vitales y nuevos propósitos, creciendo como personas.

Posible dificultad de esta tarea:

Podemos sentirnos aislados del mundo, sin querer afrontar las consecuencias que la pérdida ha tenido, y no desarrollar las capacidades necesarias para seguir adelante.

La cuarta tarea sería reubicar al fallecido y comenzar una vida nueva: 

A lo largo de esta tarea, después de una larga travesía, iremos encontrando maneras de recordar a esa persona a la vez que seguimos con nuestra vida. Le iremos reubicando en un lugar nuevo dentro de nuestro mundo interior y, a su vez, nos recolocaremos nosotros en un mundo que se ha tornado diferente sin esa persona, pero que ahora podemos afrontar.

Si has perdido a alguien, las personas a las que más quieres serán tu gran apoyo, y si crees que necesitas algo más o te identificas con cualquiera de las dificultades citadas, no dudes en buscar una ayuda externa que te acompañe en todo este proceso.

Referencias:

Worden, J. W., Aparicio, Á., & Barberán, G. S. (2013). El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia. Barcelona: Paidós.

Rodil, V. (2019). Se me ha roto la vida. Reflexiones y testimonios de duelo. España: Sal Terrae.

Cuando la medicina son los otros.

Cuando la medicina son los otros.

Cuando la medicina son los otros.

 

La soledad flota hoy sobre nuestra cultura como una niebla espesa 
(J. Hari, 2019) 

Seguro que te suenan los siguientes titulares, todos de las últimas semanas, aunque con temáticas que tienden a repetirse de forma sistemática: 

  • “La soledad multiplica por cinco las probabilidades de desarrollar una depresión” 
  • «Brad Pitt se sincera sobre la depresión que sufrió: ‘Siempre me he sentido muy solo’. 
  • “España es el principal consumidor de antidepresivos y ansiolíticos de Europa” 

Estos titulares corroboran lo que multitud de estudios e investigaciones evidencian desde hace décadas: existe una clara la relación entre la soledad no deseada, los trastornos afectivos (ansiedad y depresión) y el incremento imparable en nuestra sociedad del consumo de ansiolíticos y antidepresivos.  

En su ensayo “Conexiones perdidas”, el periodista Johan Hari, basándose en decenas de investigaciones y entrevistas con sociólogos y psicólogos de todo el mundo, aseveró haber encontrado un elemento común, aunque no único, a las causas sociales y psicológicas de los trastornos emocionales. Todas son formas de desconexión: desconexión de un trabajo con sentido, desconexión de otras personas, desconexión de valores significativos, etc. 

¿Te resultan familiares estos patrones de desconexión en la sociedad en la que vivimos?.

 EL PROCESO DE CONVERTIRSE EN PERSONA 

He de reconocer que soy una gran fan de las listas de tareas desde siempre, incluso durante el verano. 

Pues bien, una de mis anheladas tareas para desconectar este verano, era volver a leerme uno de esos libros que te marcan la primera vez que los lees. Se trata del clásico “El proceso de convertirse en persona” de Carl Rogers, uno de los máximos exponentes del humanismo en psicología, escrito a mediados del siglo pasado.  

En ello estoy y me sorprende lo actuales y necesarias que resultan sus ideas, casi 70 años después de haberlas escrito, sobre todo después de leer los titulares y artículos con los que comienzo este post. 

Rogers afirma que convertirse en persona es un proceso que dura toda la vida. Somos seres en proceso de construcción, con potencial para cambiar, para crecer, para desarrollarnos y con una tendencia innata a la autorrealización.  

Eso sí, este proceso de convertirse en persona no sucede de forma aislada. Este proceso es (todos somos) el resultado de las interacciones y de las relaciones que establecemos con las personas que nos rodean, desde nuestros primeros minutos de existencia y a lo largo de toda nuestra vida. Por tanto, el proceso de convertirnos en personas dependerá en gran parte de la calidad de las relaciones que establezcamos con los demás.  

 DESCONECTADOS DE LOS DEMÁS 

Sin embargo, nuestro mayor problema en la actualidad es que cada vez vivimos más desconectados de los demás. Vivimos dejándonos atrapar por nuestros miedos e inseguridades, que nos limitan y nos aíslan aún más. Por tanto, construimos máscaras de nosotros mismos para esconder en lo más profundo nuestro verdadero yo y así lograr funcionar cuando salimos a la “realidad”.  

Un buen ejemplo, es lo que nos pasa con las vacaciones. Vivimos esperando a que lleguen las ansiadas vacaciones de verano, prácticamente desde que comienza el año. Es el anhelado momento para desconectar de nuestro frenético día a día y reconectar con “lo esencial”, con la familia, con los amigos y con nosotros mismos. 

Sin embargo, estas semanas generalmente acaban convirtiéndose en lo contrario. La “obligación” de ser felices y de contarlo a los demás, previo filtro y edición, nos inunda. Vivimos en la época del postureo, del ocultar nuestra esencia y del crear personajes que nada tienen que ver con quienes somos en nuestro yo más profundo. Podemos tener cien amigos, pero sentirnos más solos y desconectados del mundo que nadie.  

 

CONECTAR DESDE LA AUTENTICIDAD 

¿Y si aprovechamos estas semanas de desconexión vacacional, para dedicarnos unos momentos fuera del mundo digital, a reconectar con nosotros mismos y con aquellas personas que más nos importan? Hermanos, pareja, hijos, padres, amigos íntimos, etc. 

Rogers nos da 3 claves para logar establecer relaciones de calidad con quienes más nos importan: 

1. Muéstrate auténtico y coherente con quién eres

El tiempo es un bien preciado. Cuando dediques tu tiempo a conectar con alguien que te importa, hazlo desde tu esencia, desde tu yo más profundo, desde tu verdad. Rápidamente notarás cómo los lazos se estrechan, la confianza aumenta y las máscaras de ambos caen. Todos estamos deseando conectar de forma auténtica. 

2. Muestra respeto incondicional.

 Percibe y acepta tus ambigüedades, tus inseguridades y tus miedos. Simplemente, déjalos estar. Adopta una actitud cálida, comprensiva y positiva hacia ellos. Igualmente, adopta esta postura de aceptación incondicional, cálida y positiva, hacia las inseguridades y miedos de los demás.  

3. Practica la comprensión empática.  

Entiende que cada persona ve el mundo desde sus propias “gafas de ver”. Esas lentes van cargadas con historias pasadas y con herramientas aprendidas para hacer frente a la vida. Puede que no sean las mejores herramientas, pero son las que tienen. Como te pasa a ti. Aprende a relacionarte y ver a los demás, como personas que se encuentran en el mismo proceso de convertirse en personas en el que te encuentras tú.  ¿Quieres saber mas sobre validación emocional? CLICK.

Durante estas semanas de calor, vacaciones y “obligada” felicidad, nos esperan muchas noticias y titulares como los que estamos viendo. ¿Y si todos dejamos de lado las máscaras y nos dedicamos a conectar? ¿Y si la verdadera medicina para nuestro dolor, fueran los demás? Conecta, pide ayuda si lo necesitas y sigue en construcción.  

 Carl R. Rogers, “El proceso de convertirse en persona”, Barcelona, Paidós, 1972. 

Johan Hari, “Conexiones perdidas”, Madrid, Capitan Swing Libros, 2019. 

 

 

¿Qué es la rehabilitación neuropsicológica?

¿Qué es la rehabilitación neuropsicológica?

¿QUÉ ES LA REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA?

 

La rehabilitación neuropsicológica es un proceso terapéutico que se aplica con el objetivo de mejorar las funciones cognitivas de las personas afectadas por algún tipo de lesión cerebral (traumatismos, ictus, demencias, epilepsias…), pero también puede orientarse a la estimulación y mejora de ciertas habilidades que se ven alteradas por algunos trastornos del neurodesarrollo como pueden ser trastorno por déficit de atención (con y sin hiperactividad), trastornos del espectro autista, trastornos específicos del aprendizaje (dislexia), etc.

La finalidad es que la persona supere los déficits cognitivos en procesos tales como la atención, la memoria, el lenguaje, la percepción, la psicomotricidad o la función ejecutiva para poder restituir al paciente un nivel de funcionamiento e independencia adecuados, para que pueda tener una calidad de vida apropiada. Pero el trabajo no solo se centra en el individuo que las padece, sino que uno de los objetivos específicos a tener en cuenta es acompañar y trabajar con la familia para favorecer los cambios y crear un nuevo proyecto de vida juntos.

¿Cómo se trabaja?

Existen tres tipos de estrategias principales: la compensación, la sustitución y la restitución. Se aplican tanto en personas con patologías leves como en patologías más severas. Con la compensación se trata de potenciar ciertas capacidades cognitivas preservadas en la persona para incrementar su autonomía, en la sustitución se busca la adquisición de diferentes estrategias de aprendizaje y con la restauración, mejorar las funciones cognitivas mediante la actuación directa sobre ellas.

Existen también otras modalidades de rehabilitación como la activación-estimulación o la integración, sin olvidar la probable coordinación que se deberá hacer con otros profesionales de la psicología clínica para trabajar habilidades sociales, autoestima, duelo, rehabilitación laboral, etc.

El tratamiento debe ser personalizado y estar ajustado a las capacidades del paciente. Existen algunos factores que hay que tener en cuenta como la edad, el sexo, el tipo de déficits, la lesión, la gravedad, la zona de la misma, la capacidad cognitiva previa…

Es un proceso dinámico, fruto de la constancia y la perseverancia, al mismo tiempo que es interactivo y varía con el tiempo pues se van ajustando los objetivos, la intensidad del tratamiento, la frecuencia… en función de la persona. Por un lado, es importante que el/la paciente esté motivado, así como tener conciencia de sus dificultades,  y por otro lado, la familia tiene que estar implicada durante todo el proceso del tratamiento rehabilitador.

En definitiva, “todo lo que se ejercita, se mejora; todo lo que no se ejercita, se pierde”.

Si os apetece conocer más sobre el tema os recomendamos nuestro artículo «Evaluación neuropsicológica: ¿qué esperar?» y la siguiente bibliografía:

  • Bruna, O., Roig, T., Puyuelo, M., Junqué, C. y Ruano, Á. (2011). Rehabilitación neuropsicológica. Intervención y práctica clínica. Barcelona: Editorial Elsevier.
  • Santos, J.L. y Bausela, E. (2005). Rehabilitación neuropsicológica. Papeles del Psicólogo, 26 (90), 15-21.
  • Muñoz-Céspedes, J. M. y Tirapu-Ustárroz, J. (2004). Rehabilitación de las funciones ejecutivas. Revista de neurología, 38(7), 656-663.

 

El papel de los psicólogos en las series de televisión

El papel de los psicólogos en las series de televisión

Hoy me gustaría reflexionar sobre el papel que tiene nuestra profesión en el mundo de las series. A nivel personal, soy una gran fan de este formato de entretenimiento, pero he de confesar que sufro al ver la representación que se hace de mi profesión en algunas de ellas.

Por ello, hoy me gustaría hablar sobre la imagen que se transmite de nosotr@s para mal y para bien en alguna de las series de los últimos años.

Series en las que no se muestra una representación ajustada de la psicología:

  • La que se avecina

La imagen que se transmite de nuestra profesión es bastante desacertada en la gran mayoría de los aspectos que se muestran. Uno de los más destacables es el traspaso continuo de los límites en la relación terapéutica, saltándose varias normas deontológicas. Además, la psicóloga actúa en sus propios intereses tanto económicos como de otro tipo dejando de lado el bienestar de sus pacientes. Por último, aunque en ciertos momentos puede resultar terapéutico si está controlado y tiene un sentido concreto para la terapia, la profesional de esta serie pone en las sesiones demasiado contenido personal y de carácter emocional.Cuando lo adecuado es centrarse únicamente en el paciente. 

  • Por trece razones

El psicólogo de esta serie es quizás uno de los que más me duele de todos los que he visto. El motivo principal es la dejación de funciones y la mala praxis que se muestra sobre todo en la primera temporada. Si bien el personaje evoluciona y lleva a cabo un viaje de redención, comete varios errores que a nivel profesional es duro ver en pantalla. Sobre todo y el más importante e ignorar las distintas señales de alarma relativas al suicidio de la chica protagonista. Además, en distintos momentos de las sesiones que tiene con ella se muestra poco empático hacia el dolor de ella. 

  • You

Hay muchos aspectos interesantes en esta serie y otros que están planteados de forma menos adecuada. Sobre la trama podríamos hablar largo y tendido, pero vamos a centrarnos en lo que hoy nos ocupa que es el psicólogo que aparece en ella. En concreto, la psicoterapia aparece en dos temporadas de la serie, una individual y otra como pareja. Nos centraremos especialmente en la primera. La parte más obvia y evidentemente incorrecta es la relación sexual que finalmente se descubre que mantiene el psicoterapeuta con una de sus pacientes. Algo que es absolutamente incorrecto y por supuesto va en contra de las normas deontológicas de nuestra profesión. 

Series que dan una visión ajustada de la psicología:

  • Los Soprano

Una de las series pioneras en darle un espacio central en la trama a las sesiones de terapia. Independientemente del marco terapéutico en el que trabaja su terapeuta, en estas sesiones podemos ver cómo se forja el vínculo terapéutico, la puesta de límites en la relación de forma mayoritariamente saludable y la puesta en marcha de ejercicios y herramientas psicológicas. Un punto a favor, es que a pesar de ser una parte importante de las tramas de la serie, el personaje de la psicoterapeuta apenas se relaciona con otros personajes fuera de su paciente lo que permite que la terapia sea confidencial y relativa al tiempo de consulta. 

  • La pecera de Eva

Aunque con sus más y sus menos, esta serie refleja más acertadamente la profesión de la psicología. En concreto, esta serie se enmarca en el ámbito académico pero muestra varias partes de lo que podrían ser sesiones de psicoterapia también en el ámbito sanitario. La psicóloga muestra las características imprescindibles de un buen psicólogo: aceptación incondicional, confidencialidad, escucha activa. También se muestra la importancia de la empatía y el interés genuino al trabajar con adolescentes y lo imprescindible de contar con el apoyo de los padres.

  • Big Little Lies

Quizás de todas las series que hemos visto, la psicóloga de big little lies es la que más difícil lo tenía y por ello puede que sea la más realista de todas. En este caso (y cuidado pequeño spoiler) acuden como terapia de pareja y es interesante ver cómo la psicóloga pone en primer lugar el bienestar de su paciente y va trabajando poco a poco la conciencia de ésta sobre la violencia que sufre en su relación. En este sentido, el cambio de dinámica que se ve de las sesiones en pareja a la sesión que acude sólo ella muestra la importancia del vínculo terapéutico y del objetivo final de la terapia que es el bienestar del paciente. 

 

Un verano diferente. Reduce el uso de pantallas en tus hijos.

Un verano diferente. Reduce el uso de pantallas en tus hijos.

Llega el verano y con él el reto de todos los años: lograr que tus hij@s hagan algo más que estar con las pantallas.

¡Qué buen reto! Las pantallas ocupan la mayor parte del tiempo que tus hij@s dedican al ocio. Conseguir que dejen las pantallas de lado no es tarea fácil, pero tampoco imposible.

¿POR DÓNDE EMPIEZO?

Lo primero que tienes que tener en cuenta es la edad que tiene el menor. Si tu hij@ es pequeño, es un buen momento para empezar. Si es un adolescente tendrás que usar otro tipo de técnicas para lograr que no abuse de las pantallas.

Para poder empezar a restringir el uso de pantallas, lo primero es entender qué significa para tu hij@ ese aparato que tanto demanda.

Desde pequeñ@s ven como sus padres usan unos aparatos y pasan horas mirando una pantalla. Eres su modelo a seguir y, por tanto, va a querer imitar lo que tú hagas. Para que tus hij@s hagan un cambio, primero tienes que mirar hacia tus comportamientos. ¿Qué uso haces del móvil? ¿Crees que es abusivo? ¿Alguna vez te has perdido información de lo que ocurría alrededor por mirar el móvil? Bien, todos lo hemos hechos. Todos abusamos del móvil y de las pantallas en gran medida. Empieza por gestionar tus tiempos, para aprender a gestionar los suyos.

 

OFRECE CONTROL EXTERNO

Si sientes que tu hij@ hace un uso poco responsable de las pantallas, no puedes esperar que deje de hacerlo por sí sol@. No caigas en la trampa de pensar que todo es fuerza de voluntad, las pantallas implican mucho más que el deseo de usarlas. Son fuente de estimulación, distracción y entretenimiento. En la adolescencia también son una forma de socializar.

El autocontrol es uno de los retos más importantes a los que se enfrentan tus hij@s. Esta habilidad puede adquirirse antes o más tarde según la persona. Suele ser un área en la que muchas personas tienen dificultades. Aunque esta herramienta empieza a desarrollarse en el primer año de vida, no se finaliza su desarrollo hasta la primera juventud.

Hay que tener en cuenta que las pantallas aportan muchas cosas positivas para el cerebro de un niño, aunque también muchas negativas. Con esto, queremos que tengas en cuenta que las pantallas no requieren hacer un esfuerzo activo de concentración y atención. Son una fuente de muchos estímulos rápidos e inmediatos que captan nuestras capacidades atencionales. Por tanto, el esfuerzo que el cerebro tiene que hacer para dejar de atender dichos estímulos es bastante grande. La mejor manera de combatir esto es poniendo una normas claras y visibles. Puedes negociar con ell@s qué límites poner al tiempo de uso o al tipo de uso. Hacerles sentir que eligen los límites hace que los cumplan mejor.

FOMENTA LA CREATIVIDAD

Si tienes hij@s pequeños ofrece una alternativa a las pantallas. Es decir, dedica tiempo a estar con ell@s y a hacer actividades no relacionadas con tecnología. Va a requerir un esfuerzo por tu parte, pero puede ser un buen ejercicio para tí también.

Piensa en actividades que siempre habéis querido hacer. Actividades que no incluyan pantallas y dedica un tiempo establecido a hacer estas actividades con el@s. No quieras que las hagan sol@s, porque para probarlas van a necesitar que le acompañes en la exploración.

Si cuando les pedimos que no usen pantallas dejamos como alternativas aburrirse o hacer otras actividades solos, seguramente no les compense el esfuerzo. Para que sus rutinas y sus automatismos en el ocio cambien, hay que ofrecer primero cosas que les resulten atractivas. Te dejamos un material que puede resultarte de utilidad como fuente de inspiración.

APRENDER A ABURRIRSE COMO FACTOR PROTECTOR.

Las normas y restricciones respecto al uso de pantallas son muy necesarias y útiles para tus hij@s. Recuerda que lo más importante es ser consistente con las normas, así que pon aquellas que vayas a poder mantener durante el verano y durante el curso. No hay que hacerlo perfecto, solo hacerlo suficientemente bien. Así que no te exijas ser quien tiene l@s hij@s más responsables a nivel de tecnología. Las pantallas también tienen sus beneficios, no les prives de ellos.

 

 

 

 

Ir de campamento: la vivencia de tu psicóloga

Ir de campamento: la vivencia de tu psicóloga

Ir de campamento: la vivencia de tu psicóloga

Al aproximarse las vacaciones de verano,  llega el momento en que las familias deben tomar decisiones sobre dónde y cómo van a pasarlas los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. ¿Es mejor que se centren en su aprendizaje? ¿O que se diviertan y disfruten?

Por suerte, existe una opción con la que no tenéis por qué elegir: ir de campamento, donde la base es aprender jugando.

¿Por qué estamos tan seguras de haceros esta recomendación? Porque, además de saber los beneficios psicológicos que supone para el desarrollo, nosotras mismas lo hemos vivido.

¿Qué beneficios tienen los campamentos?

Es difícil poner en palabras y resumir en pocas líneas todas las cosas que un campamento (o toda una vida de campamentos) te puede aportar, pero aquí os dejamos algunas para que podáis haceros una idea.

Juego, juego y juego

Desde que me levanto hasta que me acuesto en un campamento estoy jugando, creo que no he jugado más en ningún otro lugar, ni tampoco con más gente. 

Hay actividades dirigidas donde me hacen convertirme en miles de personajes diferentes: loba, maga, Cleopatra, astronauta, granjera, árbol, dálmata… y en todas ellas entro en un mundo imaginado que se hace casi real para mí y me genera unos niveles altísimos de ilusión y motivación. 

Los tiempos de descanso los dedico también a jugar, pero esta vez a un juego libre en el que dejo volar mi propia imaginación y desarrollo mis propios intereses.

Aprendo cosas muy diferentes y variadas

Disfraces, música, cuentos, deportes, manualidades… se entremezclan y, casi sin darme cuenta, he aprendido a coser un botón, cultura egipcia o a nadar mejor.

En ese momento yo no lo sé, pero mis monitoras y monitores tienen una formación específica para estar ahí conmigo y han dedicado mucho tiempo a preparar y programar todas mis actividades. Han decidido qué me quieren enseñar y han pensado cómo voy a adquirir cada uno de los aprendizajes. Es posible también que la entidad con la que me voy de campamento tenga un programa educativo de educación no formal.

Hago amistades, desarrollo habilidades sociales y aprendo gestión emocional 

Vivo tantas cosas en tan poco tiempo, que me parece que conozco de toda la vida a las demás personas que están de campamento conmigo. No sólo puede que se conviertan en grandes amistades para mí, sino que inevitablemente durante ese tiempo son mi familia. Pero en este caso, cada una en su casa funciona de una manera distinta por lo que para poder convivir con ellas tengo que adaptarme y aprender a comunicarme. Nos cuidamos mutuamente. Cuando me pasa algo me preguntan qué es, así que tengo que comunicar mis emociones y necesidades. Después me dan un abrazo o me ayudan a buscar una solución.

Trabajo en equipo

En un campamento somos muchas personas y para que funcione todas tenemos que colaborar. Para organizarnos nos dividimos en grupos y cada vez tenemos un objetivo diferente. Lo que siempre es igual es que para lograrlo es necesario ponernos de acuerdo, a veces cooperando y otras veces haciendo un reparto justo de tareas. No es sencillo, pero con la práctica aprendo a liderar, a saber qué es lo que yo puedo aportar y a pedir que me enseñen lo que no sé.

Desarrollo mi autonomía y mi responsabilidad

Siempre puedo pedir ayuda si la necesito y hay personas adultas supervisando, pero desde que llego al campamento me tengo que hacer cargo de mí misma. Yo soy la encargada del cuidado de todas las cosas que llevo en la mochila, que no se rompan y que no se pierdan. También de que las cosas estén limpias y de mi propia higiene, aunque el horario me ayude a organizarme.

Además, lo que cada persona hace afecta a todo el grupo, así que si no cumplo con mi parte o me retraso las consecuencias no son solo para mí sino también para todas esas personas que me importan. No pasa nada si alguien no sabe hacerlo mejor, entre todas ayudamos y enseñamos.

Estoy en la naturaleza o al aire libre

Me dan el sol y el aire en la cara. Corro sobre arena o hierba. Escucho el río, los pájaros y los grillos. Veo animales, plantas y las estrellas. Exploro en la naturaleza. Y sólo me acuerdo de las pantallas cuando realmente las necesito, no las uso para cualquier cosa porque ya tengo casi cualquier cosa a mi alcance en el campamento.

Conecto con mi identidad y valores

Pruebo tantas cosas diferentes que aprendo a distinguir qué me gusta y qué no, qué es lo que más me interesa, lo que más me motiva y de qué quiero saber más. Convivo con personas que funcionan de maneras muy diferentes y me dan puntos de vista nuevos, por lo que valoro muchas veces qué va conmigo y qué no. Genero mi propio criterio.

Me hago consciente de mi lugar en el mundo y de lo que puedo aportar

Al formar parte de un grupo veo lo importante que es lo que cada persona aporta, porque todas tienen algo que aportar. Y cuando me hago más mayor me doy cuenta de que eso mismo lo puedo trasladar a mi lugar en el mundo, que yo formo parte de una colectividad y que todo lo que he aprendido de campamento no solo puedo aplicarlo en mi vida personal, sino también en la sociedad.

¿Cómo elegir a qué campamento ir?

Existen campamentos de muchos tipos y para todas las edades por lo que es fácil encontrar un campamento que se adapte a los gustos de quien asiste, pero también a las necesidades de la familia.

 

Lo primero es pensar qué necesita la persona que va a ir de campamento y qué le apetece, así que es cuestión de preguntar. ¿Te apetece probar un poco de todo o un campamento centrado en un interés concreto? ¿Una actividad puntual o una entidad donde pueda quedarse durante más tiempo? ¿Enfocado solo en tu grupo de edad o para todas las edades? ¿Prefieres conocer gente nueva o ir con alguien conocido? ¿Prefieres estar en plena naturaleza o en un entorno urbano al aire libre?

Es importante también que encaje con la logística familiar, en cuanto a lugar, duración, precio… Aunque sin duda un campamento facilita la conciliación familiar, ya que las vacaciones escolares son más largas que las laborales.

Las respuestas a todas estas preguntas te ayudarán a saber dónde buscar.

Ir por primera vez de campamento

Es lógico que te cueste ir de campamento o llevar a tus peques si es la primera vez. Cuando la incertidumbre es muy alta,  el miedo va de la mano. Por eso, quitarnos incertidumbres es una buena manera de gestionar el miedo.

En este caso preguntad a personas que ya conozcan la experiencia de ir de campamento, mucho mejor si es el campamento concreto que habéis elegido. Es importante también ir a las reuniones previas a informaros de cómo funciona. Haced previamente una lista de todo lo que queráis saber y preguntad al final vuestras dudas no resueltas. También os permitirá conocer a las personas responsables de la actividad y a otras familias que participarán de ella.

Nuestra recomendación

Si después de esta recogida de información y búsqueda no lo tenéis claro y queréis una recomendación más concreta por nuestra parte, os animamos a buscar un Grupo Scout en vuestro barrio. Consideramos que es una de las mejores opciones por experiencia propia y por los siguientes motivos:

  • Se adapta a un gran rango de edad.
  • Permite continuidad en el futuro y no sólo en la época de verano.
  • Tiene un proyecto educativo de educación no formal de gran recorrido.
  • Facilita la conciliación familiar por ser campamentos con pernocta.
  • Asegura el contacto con la naturaleza, la exploración y aprender jugando.
  • Contempla los valores y se siente como una familia.

Si ya has vivido la experiencia de ir de campamento, anima a otras personas a que también lo hagan.