El apego es un concepto fundamental en nuestras vidas y dentro de los procesos terapéuticos. Conocer sobre este tema, ayuda a entender cómo funcionamos y por qué, cómo nos vinculamos con los demás y cómo los demás se vinculan con nosotros. Esto nos ayudará a poder tener relaciones afectivas más sanas con nuestra familia, parejas, amigos…. También resultará sumamente útil en la crianza de nuestros hijos, ya que nosotros seremos la figura de referencia y por tanto de apego para ellos.
¿Empezamos?
Entonces, ¿Qué es exactamente el apego?
La teoría del apego la desarrolla originalmente John Bowlby. Este autor lo describe como “la evidente tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular”. El apego se definiría como la forma que tenemos de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. Esto estará muy influenciado por esos primeros lazos afectivos que hemos tenido en la infancia. Los niños/as buscan en esas figuras de referencia protección, seguridad y bienestar. Así, en la infancia empezamos a construir las ideas de quién soy, quiénes son los demás, cómo funcionan mis relaciones y el mundo.
¿Qué NO es apego?
Últimamente existe un uso de esa palabra relacionado con la dependencia. Está habiendo muchas corrientes de estilos de vida que hablan de “desapegarnos”, por lo que es muy posible que haya personas que tengan una visión negativa de este término.
Apego es algo inherente al ser humano. Como hemos explicado, aparece en la infancia y es inevitable. Somos seres sociales que conviven con otras personas y que, de pequeños, necesitamos del otro para desarrollarnos, explorar y recibir seguridad. Por el contrario, cuando hablamos de dependencia nos referimos a un concepto muy diferente a la visión saludable del apego. La dependencia nos habla de depositar en alguien o algo mi propia seguridad y bienestar a cualquier precio, a pesar de ser una persona que puedo hacerme cargo de mí mismo/a. Significa, por tanto, necesitar esa cosa o a esa persona a un nivel en el que se pone en riesgo mi propia autonomía como individuo.
¿Cómo me afecta en relación a mi mismo y los demás?
Respecto a la relación conmigo mismo, se refiere a cómo me manejo atendiendo mis emociones y necesidades, cómo las vivo y cómo me relaciono con este sistema. Recoge cómo las cubro y me hago cargo de lo que necesito para mi bienestar, metas personales, valores, etc.
Puedes consultar aquí sobre gestión emocional y aquí sobre cómo cuidarnos.
Respecto a la relación con los demás, habla de cómo me siento en intimidad con otras personas, cómo me manejo con sus necesidades y emociones, así como con los retos y dificultades que todas las relaciones implican en ciertos momentos. Hace referencia a cómo gestiono esas relaciones, cómo me comunico, cómo vivo ese vínculo con el otro (por ejemplo, con miedo, con inseguridad, con tranquilidad, etc.) y cómo actúo en consecuencia.
Puedes leer aquí sobre relaciones de buen trato.
Estilos de apego
Ahora que conocemos un poquito más sobre apego, vamos a hablar de los distintos tipos qué se han recogido.
- Apego seguro: me siento bien estando en intimidad con el otro y soy capaz de apoyarme en los demás. Por otra parte, reconozco mis necesidades y emociones y sé hacerme cargo y buscar mi bienestar.
- Apego ansioso: necesito tener esa intimidad con los demás, pero a la vez, la vivo de forma muy ansiosa, con miedo a que algo salga mal y se vayan de mi lado. Tengo constantes comprobaciones de que la otra persona me quiere y sigue ahí. Me cuesta reconocer lo que necesito y mis emociones, ya que son muy intensas y muchas veces dependo de otra persona para que me calme y me ayude a hacerme cargo y buscar cómo puedo estar bien.
- Apego evitativo: me siento incómodo en momentos de intimidad con otra persona, me gustaría tenerlos, pero cuando ocurren me siento vulnerable y no soy capaz de abrirme. Estoy desconectado de mis emociones y necesidades, me cuesta reconocerlas y, por tanto, también me cuesta escucharlas para poder cubrir lo que necesito. Por ello, suelo hacer cosas que me ayuden a sentir gratificación inmediata (aunque sean conductas poco sanas o poco ajustadas a lo que realmente me pasa) o a desconectarme todavía más.
- Apego desorganizado: me gustaría vincularme a los demás, pero soy incapaz. Siento miedo en las relaciones con los demás y vivo de forma muy confusa mis propias emociones y necesidades. Así, actúo con impulsos y en muchas ocasiones me veo actuando en las relaciones de forma poco lógica. Tengo emociones muy intensas pero muy dañinas, lo que hace muy complicado mis relaciones con los demás y conmigo mismo. En este último tipo de apego, es muy posible que haya un histórico de relaciones abusivas, negligentes o maltratantes en la infancia o la adolescencia.
Ya sabes un poquito más sobre apego, por eso, te proponemos que puedas reflexionar sobre ti mismo ¿En qué apego te has visto identificado? ¿Cómo es el apego de las personas que te rodean? ¿Qué dificultades tienes en la relación contigo mismo o con otras personas?
La buena noticia es que, aunque el apego se desarrolla en la infancia, con un trabajo personal podemos aprender y elegir patrones de relación más sanos, tanto con los demás como con uno mismo. Pero primero, es importante tomar conciencia de cuáles son nuestras dificultades para poder trabajar en ellas. Esperamos que este artículo te haya abierto una ventana de autoconocimiento y podamos seguir trabajando en nosotros mismos.