Responsabilidad afectiva

Responsabilidad afectiva

 

¿Qué es la responsabilidad afectiva?

La responsabilidad afectiva se basa en hacernos cargo de los vínculos que establecemos y ser conscientes de que lo que decimos y lo que hacemos puede tener impacto en las personas con las que nos relacionamos, tanto positivo como negativo. Implica respetar sus necesidades, sin dejar atrás las nuestras. 

¿Por qué es importante la responsabilidad afectiva?

La responsabilidad afectiva es importante para que podamos establecer vínculos sanos y éticos definidos por el cuidado a través de la comunicación, la honestidad y la empatía.

Gracias a ella podemos evitar sumar un sufrimiento innecesario en nuestras relaciones, especialmente en momentos y circunstancias que de por si son difíciles y dolorosas.

 

¿En qué tipo de relaciones entra en juego la responsabilidad afectiva?

La responsabilidad afectiva es necesaria en todas las relaciones que establecemos. Se debería poner en práctica desde con una persona que nos para por la calle para preguntarnos algo  hasta con un miembro cercano de nuestra familia. Cuanto más íntimo es el vínculo, mayor podría ser la repercusión sobre la otra persona que tiene nuestra forma de relacionarnos.

 

¿Tengo responsabilidad afectiva en mis relaciones?

Si te estás haciendo esta pregunta, te invito a observar cuáles de las siguientes acciones que implican responsabilidad afectiva sueles poner en práctica:

 

  • Entiendo que lo que yo hago y digo puede afectar a la otra persona, asumiendo las consecuencias.
  • Acepto a la otra persona tal y como es.
  • Expreso mis emociones con asertividad y empatía haciéndome cargo de ellas. También mis deseos.
  • Respeto los límites de la otra persona y los acordados en común.
  • Cuido y acepto los cuidados.
  • Valido sus emociones y tengo en cuenta que su mundo emocional puede ser muy diferente al mío. Si quieres saber más sobre validación emocional tienes más información aquí. Puedo ayudar, pero no me hago cargo de emociones que no son mías.
  • Elijo cuándo y cómo priorizo las necesidades de la otra persona. No lo hago de forma sistemática y no renuncio a lo que es importante para mí.
  • Genero unas expectativas realistas sobre el futuro de la relación y dejo claras cuáles son mis intenciones. Hablo claramente de lo que quiero y espero en el vínculo, aunque la conversación pueda ser complicada.
  • Pido perdón cuando considero que me he equivocado mostrando mi arrepentimiento y preguntando qué puedo hacer al respecto a partir de ahora.
  • Sé que tengo derecho a llevar a cabo todo lo anterior.
  • Rompo los vínculos en los que no se me tiene en cuenta.

Si aún no pones en práctica alguna de ellas te animo a que comiences a intentarlo y a que pidas ayuda para ello si no te es sencillo.

 

¿Qué NO es responsabilidad afectiva?

Es importante saber también qué es lo que no deberías hacer en tus relaciones para tener responsabilidad afectiva en los vínculos. Para que te sea más fácil identificar qué debes evitar en la medida de lo posible, te dejo a continuación algunos ejemplos para que te preguntes si:

  • Te haces cargo de las emociones de la otra persona, incluso más que de las tuyas.
  • Ocultas información relevante.
  • Invalidas las emociones de la otra persona.
  • Pretendes o intentas que la otra persona cambie su forma de ser o actúe de una forma determinada.
  • Te saltas los límites establecidos y no cumples los acuerdos.
  • Evitas conversaciones sobre el vínculo que pueden resultarte incómodas o difíciles.
  • No comunicas tus propias emociones, pensamientos y deseos esperando que la otra persona los adivine.
  • Dices cosas que no sientes o piensas para que la otra persona haga algo que quieres.
  • Haces ghosting. Si quieres saber más puedes leerlo aquí.
  • Has tomado una decisión respecto a la relación y no la compartes.
  • No tienes claras tus expectativas y no lo cuentas.
  • No reconoces tus equivocaciones siendo consciente de ellas.
  • Mantienes vínculos en los que no quieres estar solo porque esa persona lleva mucho tiempo en tu vida o por no afrontar la ruptura.
  • No reconoces la responsabilidad afectiva como un derecho.

Si te has dado cuenta de que sueles caer en alguna de ellas y te apetece aprender a hacerlo diferente, de nuevo te animo a que comiences a intentarlo y a que pidas ayuda para ello si te es difícil.

Y recuerda que… no sólo tú debes tener responsabilidad afectiva en tus vínculos. Es importante que esté presente por ambas partes en una relación para que ésta sea sana.

Procura rodearte de personas con responsabilidad afectiva cuando elijas a las que forman parte de tu vida.