¿En qué consiste la terapia EMDR y qué relación guarda con trauma?

El EMDR es un método orientado a cambiar la forma en que los recuerdos han quedado almacenados en el cerebro, determinando traumas. El procedimiento para tratar estos traumas consta de 8 fases. Pero, ¿qué se entiende por trauma y cómo puede el EMDR ayudar a tratarlo?

¿Qué se entiende por EMDR en psicología?

EMDR son las siglas de lo que en español se denomina “Desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares”. Esta metodología nace en el año 1987 de la mano de Francine Shapiro. Esta psicóloga descubrió por casualidad que los movimientos oculares voluntarios (estimulación bilateral), reducen de manera significativa la intensidad del malestar asociado a un hecho o pensamiento negativo.

Así es como se inició una nueva línea de investigación sobre experiencias traumáticas y el uso de la estimulación bilateral (visual, auditiva y/o quinestésica). Hoy en día, el respaldo de evidencia científica de la terapia EMDR es cada vez es mayor. Cuenta con la aprobación de la Organización Mundial de la Salud y las Guías Clínicas Internacionales para el tratamiento del trauma.

¿Qué es un trauma psicológico?

La palabra trauma viene del griego y significa herida. Cuando hablamos de trauma psicológico, también conocido como trauma psíquico o emocional, hacemos referencia a la herida o heridas que hay en la psique de una persona.

Un trauma puede deberse a haber vivido o haber sido testigo de una o más experiencias con un gran impacto emocional. La intensidad de este impacto es mayor a la que el cerebro puede tolerar en ese momento. Cuando esto es así, el recuerdo de dicho evento queda almacenado de manera disfuncional en las redes neuronales del cerebro. Esto impide su procesamiento, y en los casos más graves puede llegar a desembocar un Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT).

Un suceso puede resultar traumático para una persona no sólo por el contenido del mismo, sino también por los factores influyentes de la etapa evolutiva en la que se encuentre. Por lo que los hechos que antecedan a lo largo de la línea de vida, y las vivencias a corto plazo tras el suceso son importantes. La infancia es la etapa más vulnerable de una persona. Cada vez son más los estudios que ponen de manifiesto las consecuencias que tienen los traumas tempranos en la vida adulta y en el desarrollo de la psicopatología.

La aparición de un trauma puede generar síntomas fisiológicos (dolores de cabeza, taquicardia, problemas de sueño o dificultades en la concentración), y/o psicológicos (miedo, irritabilidad, tristeza, ansiedad, inseguridad, negación o aislamiento). Si detectas la aparición de algunos de estos síntomas y están interfiriendo de manera significativa en tu bienestar o desarrollo personal, te animamos a solicitar ayuda de un profesional. Puedes conocer nuestro equipo y solicitar cita aquí.

¿En qué consiste la aplicación de EMDR?

La terapia EMDR parte de la teoría de que todos tenemos de manera innata un sistema de procesamiento adaptativo de la información (PAI).

Al igual que tenemos un sistema digestivo para digerir lo que comemos extrayendo los nutrientes y expulsando los desechos, tenemos el sistema PAI. Este sistema nos permite digerir las experiencias que vivimos, integrándolas de una manera adaptativa y deshaciéndonos de aquello que no es funcional. Pero igual que nuestra digestión puede verse afectada por una comida en mal estado, el funcionamiento del PAI puede verse alterado ante la vivencia de experiencias traumáticas, impidiendo así su integración o procesamiento.

Durante la evaluación de un proceso terapéutico, el profesional especializado en EMDR será capaz de encontrar en la historia del paciente los hechos que guarden relación con los síntomas que presenta. El procedimiento de actuación estará orientado a cambiar la forma en que esos recuerdos han quedado almacenados en el cerebro.

El protocolo de actuación consta de 8 fases:

  1. Historia clínica: búsqueda y recapitulación de información sobre el problema y la línea de vida del paciente.
  2. Preparación: desarrollo de recursos y estrategias de afrontamiento.
  3. Evaluación: selección del problema a trabajar extrayendo de él una imagen que lo represente, creencia negativa asociada sobre uno mismo, emociones y sensación corporal.
  4. Desensibilización: uso de estimulación bilateral para digerir el problema seleccionado, así como cualquier otro material que aparezca asociado.
  5. Instalación: creencia positiva sobre uno mismo asociado al problema.
  6. Examen corporal: revisión para comprobar que no queda nada de malestar.
  7. Cierre: cierre de sesión usando recursos del paciente.
  8. Reevaluación: esta fase ocurre en la siguiente sesión para comprobar el estado del paciente en relación al problema entre una y otra sesión.

Una vez hayamos conceptualizado el caso y adquirido los recursos de regulación emocional, a través del uso de estimulación bilateral podemos recuperar la información que quedó atrapada en el sistema nervioso y no pudo ser procesada. De esta forma podremos desensibilizar y posteriormente reprocesar, para reintegrar al paciente en un esquema emocional y cognitivo positivo.

 

 

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