Conociendo nuestro niño interior

Conociendo nuestro niño interior. Todos tenemos dentro de nosotros un niño/a. Es ese que fuimos hace tiempo, y que, aunque ahora se encuentre en nuestro pasado y no parezca que forma parte de nuestro presente, en cierta manera, sí lo hace. Y es que nuestra historia vital, quienes fuimos de pequeños, de adolescentes o simplemente, hace un año o dos, sigue acompañándonos en la actualidad y nos hace ser quienes somos ahora mismo.

conociendo nuestro niño interior¿Por qué niño/a interior?

Según numerosos estudios, ramas y teorías de la psicología, nuestra etapa infantil es una de las más importantes. Al nacer, en nuestras primeras fases de la vida descubrimos nuestro entorno, empezamos a darle forma y aún más importante: aprendemos qué posición ocupamos y cómo relacionarnos con el mundo. Así, en las etapas tempranas de la vida desarrollamos nuestra forma de vincularnos con los demás, de interactuar y de posicionarnos en la realidad en la existimos. Esto tiene muchas implicaciones, y entre las más importantes está el desarrollar una narrativa sobre quienes somos nosotros en esta vida. Esto es determinante según crecemos, ya que, a pesar de tener experiencias nuevas y experimentar muchos cambios personales, esos aprendizajes y vivencias tempranas siempre estarán en nuestra base; serán el esqueleto de quienes somos.

 

Yo he cambiado mucho, no creo que siga siendo ese niño/a…

Es cierto que actualmente somos una versión adulta de nosotros, por lo que en muchos sentidos hemos cambiado, tenemos más habilidades y una perspectiva distinta de muchas cosas.

Conforme crecemos, nuestro entorno cambia, a veces también las figuras que nos acompañan, ya sean las de referencia o nuestros iguales. Conforme entramos en la adolescencia, poco a poco vamos desarrollándonos más, tomando conciencia de quiénes somos por separado de quienes son los demás: volviéndonos individuos únicos (en psicología denominado proceso de individualización) y distintos a nuestro núcleo familiar. Sin embargo, como explicábamos antes, aunque hayamos cambiado mucho, e incluso aunque hayamos hecho un proceso de crecimiento personal, el esqueleto, es decir, nuestra infancia y ese niño que fuimos, siempre nos acompañará vayamos a dónde vayamos.

conociendo-nuestro-niño-interiorEntonces… ¿Es esto algo malo? Yo tengo experiencias infantiles complicadas…

Para nada. Es algo natural, no tenemos por qué categorizarlo o juzgarlo. Es un fenómeno que ocurre en todo ser humano y que,  resulta interesante para poder conocernos en profundidad y tener una relación más sana con nosotros mismos. Incluso teniendo experiencias infantiles complicadas podemos aprender a disfrutar de nuestro niño interior. Esas experiencias infantiles, hayan sido más o menos complicadas, nos enseñan quiénes somos ahora y pueden dar explicación a momentos de la adultez dónde tenemos emociones o reacciones determinadas.

Por ejemplo, vivencias en la infancia de rechazo pueden hacer que, en la adultez, tengamos especial sensibilidad a que los demás no nos aprueben, nos den el visto bueno sobre distintas decisiones, etc. También puede implicar que en la adultez tengamos especial sensibilidad a situaciones de exclusión de otras personas de nuestro alrededor o colectivos. Otro ejemplo, sería cuando se activan sensaciones de no pertenencia o de no sentirse seguro en relaciones afectivas con nuestras parejas de adultos. Esto puede implicar que ese niño interior ha tenido vivencias similares en la infancia, de esta manera si estamos conociendo nuestro niño interior nos será de ayuda para comprendernos.

 

 

Conocer a mi niño/a interior

conociendoanuestroniñointeriorQuiero proponerte un pequeño ejercicio para que puedas conectar por primera vez con ese niño que fuiste. Quiero que sea una experiencia agradable. Por ello, te propongo localizar algún recuerdo sencillo y breve de tu infancia, dónde haya asociado una emoción agradable, de calma, de disfrute o diversión. Te propongo que puedas cerrar los ojos y evocar ese momento. Vamos a mirar ese momento desde nuestra versión adulta, como si abriésemos una puerta y echásemos un vistazo a un recuerdo. De esta manera, podrás ver a tú niño interior, jugando y disfrutando de ese momento. Ahí podemos fijarnos en qué emociones nos evoca ese niño/a ahora que lo miramos desde fuera, desde nuestra versión de adultos.

Es muy probable que, habiendo escogido un recuerdo reconfortante, la sensación que te evoque tu niño interior sea de ternura, de inocencia, nostalgia, etc. Sin embargo, también es posible que haya cierta lástima, rabia o rechazo, culpa, entre otras emociones. Si esto te resuena, o tienes reacciones emocionales y recuerdos de infancia que te repercuten, te propongo que puedas valorar trabajar desde esta perspectiva. En Pons Psicología consideramos que es fundamental para sanar heridas del pasado y poder funcionar mejor en el presente, teniendo una mejor relación con uno mismo.

¿Conocías este concepto de niño interior? Esto también puede abordarse y enfocarse en otras etapas o momentos vitales como nuestra adolescencia o períodos de la adultez. Empezar un proceso conociendo nuestro niño interior , con ternura y amabilidad.

Julia Martín Sánchez