Divorcio e hijos. Un reto muy frecuente.
Cuando una pareja comienza, rara vez tiene intención de desembocar en ruptura. Menos aún cuando decide dar el paso de tener hijos en común. Sin embargo, las separaciones de pareja y familia son un hecho muy frecuente. En el año 2020 se produjeron en España 95.320 divorcios o separaciones frente a 165.578 matrimonios en el mismo periodo.
¿Divorcio sano?
La decisión de ruptura en la pareja suele implicar un proceso difícil para ambas partes. Si además tenéis hijos en común, no cabe duda de que para ellos también implicará ciertas dificultades. Hablemos de cómo apoyarles para que lo vivan de la manera más sana posible y no solo minimizar el daño si no incluso crecer a través de lo vivido.
Los hijos son protagonistas involuntarios de un cambio radical en su mundo. Primero y principal debemos transmitirles que es una decisión adulta y ellos no son responsables ni mucho menos culpables. En muchos casos son ellos mismos los que se atribuyen culpa sobre la situación. Si esto no se habla con mucho cariño y claridad, puede acarrearles problemas en el futuro.
En segundo lugar es importante que puedan hablar de ello. Tanto de las situaciones que están viviendo como de cómo se sienten. A menudo creen que es mejor no hablar de ello para no dañar a sus progenitores o a uno de ellos. Lo que se guardan les hace mucho más daño que lo que expresan.
Nos vamos a divorciar. ¿Cómo se lo cuento a mis hijos?
Habéis estado unidos en muchos momentos como pareja. Estad unidos ahora para comunicarles lo ocurrido. Los niños cuyos padres actúan de mutuo acuerdo y mostrando respeto mutuo gestionan mucho mejor la situación y tendrán menos secuelas como adolescentes y adultos.
- Preparad una reunión juntos. Mamá y papá preparan juntos qué contarles, cuándo y cómo. Esta tarea es dificilísima en una pareja que se está rompiendo y tiene sus diferencias de criterio. Pero os toca ser los adultos. Estad por encima de la situación para cuidar de ellos.
- Hablad con los niños en palabras claras y cariñosas. Contadles que habéis tomado la decisión de divorciaros, que ya no queréis vivir juntos ni como pareja, pero que ambos les seguís queriendo muchísimo igualmente y seguiréis cerca y a su lado.
- No les impliquéis en detalles adultos. Lógicamente tenéis vuestras diferencias, vuestro enfado y probablemente cierto rencor. Pero el niño no debe tomar parte en esto. Para que un niño crezca sano y feliz, necesita sentirse seguro. Su fuente de seguridad son sus padres. No puede entender que “mamá es mala y trata mal a papá” o que “papá ha engañado a mamá”. Si verdaderamente es información importante en vuestra historia, habrá tiempo para hablar de ello cuando sean más mayores y también vosotros habréis reposado lo ocurrido para contárselo con una intensidad más manejable.
- Ante la incertidumbre, aportémosles fuentes de certidumbre. Expliquémosle con información concreta y organizada cómo va a ser su vida a partir de ahora. En qué casas vais a vivir y qué días estará con cada uno de vosotros. Tratad de ir concretándoles aquella información que ya tengáis. Quién le llevará a tal actividad, qué haréis estas vacaciones, etc.
- ¿Y si aún no sabemos qué pasos vamos a dar? Por razones evidentes es posible que vosotros mismos tardéis en tener esta información. Busquemos las fuentes de certidumbre que sí tengamos al alcance. Con niños pequeños podemos dibujar las casas, dejarle elegir algunos juguetes que querrá trasladar, planear actividades que haréis en su nuevo hogar.
¿Sabe que me sigue teniendo a su lado?
- Hagámosle saber que ambos estaremos accesibles. Concretar cómo y cuándo verá a mamá y a papá, cuándo podrá llamarles, etc.
- Respetemos los tiempos y actividades del otro progenitor. Si el niño tiene una necesidad concreta, estemos accesibles, pero si la necesidad de contacto es de los padres, mejor gestionemos las emociones adultas con herramientas adultas. Por ejemplo, si tu hija está haciendo una excursión con papá y disfrutando de ello, como madre puedes sentir su ausencia y tener un mal momento. Sin embargo, no seas intrusiva llamándole para decirle cuánto la echas de menos. Gestiona la emoción adulta y permite que ella disfrute de su otro progenitor.
- Una principal fuente de seguridad es nuestro cariño incondicional. Debemos darle muestras de afecto cada día, tiempos de juegos juntos, conversaciones, momentos de complicidad.
- Normalicemos las dificultades y las emociones difíciles. No es momento de negar las emociones. Tus hijos pueden sentir tristeza, enfado, incomprensión o bloqueo. Permite que lo expresen y acompáñales en su emoción.