Sueñas con cómo será eso de ser mamá. De tener un juguete pequeño en casa que respire, que se parezca a ti y que cada día te sorprenda con sus reacciones y lo rápido que aprende del mundo.

Después lo tienes. Noches sin dormir, dudas, miedo y perder tu autonomía. Ya no sois dos, sois tres. Ya no eres Cristina, eres “la mamá de Juan”.  Juan va creciendo, no obedece, no sabes cómo hacer. Cada día es más grande, él quiere elegir, incluso tenéis discusiones. Tienes miedo, lloras,… “esto no es como yo lo había soñado”.

Dale al botón de pausa.

Tienes un hijo y podéis ser una familia estupenda. Dale al botón de pausa y paso a paso empieza a reaprender cómo hacerlo.

Las dificultades más frecuentes que encontramos en consulta son: baja tolerancia a la frustración, cumplimiento de normas, explosiones de ira, timidez, miedos, integración con amigos, adaptación al colegio y rendimiento escolar, déficit de atención, retraso madurativo, ansiedad de separación, TOC y manías, tricotilomanía, problemas de sueño, adaptación al divorcio de los padres. 

Los niños necesitan un buen equilibrio de AMOR INCONDICIONAL. LÍMITES y LIBERTAD CRECIENTE. 

Amor incondicional

El componente de AMOR INCONDICIONAL es el más importante. Siempre. Desde bebés hasta siempre. (De hecho de adultos también lo necesitamos). Se compone de conexión afectiva, comunicación, confianza, tiempo compartido, interés por el otro, y cariño físico.  

Límites

La otra pata del banco son los LÍMITES. También imprescindibles para el desarrollo del niño. Le dan un marco de actuación y una seguridad de cómo funciona el mundo. Es necesario que aprendan a tolerar la frustración, a esforzarse, a respetar los derechos de los otros. Los límites se componen de normas, consecuencias y rutinas. Deben ser firmes y claros, y a la vez, transmitidos con tranquilidad y confianza. Sobre cómo establecer una disciplina en positivo, podríamos hablar largo y tendido. 

Libertad

Para complementar el modelo, tenemos que hablar de LIBERTAD. De chiquitines la libertad en poquita. Consiste en permitirles explorar, caerse, probar jugado, equivocarse sin que sobrerreaccionemos. A medida que van creciendo, vamos delegándoles pequeñas responsabilidades adecuadas a su nivel evolutivo, así como conductas de autonomía. Con el paso de los años, debemos ir permitiendo que la libertad sea creciente, que hagan algunas cosas solos, que tomen sus propias decisiones (dentro de un número de opciones cerrado y adecuado a su momento vital) y con ello, iremos disminuyendo paulatinamente el grado de supervisión y control. 

En consulta, el trabajo con niños suele ser un 50% con el niño y 50% con los padres. Con el niño se entrenan herramientas de gestión de emociones, se trabaja la motivación en valores y elegir conductas comprometidas que se dirijan a esos valores. A través del juego y teatro practicamos habilidades sociales y usamos metáforas para dar significado a sus dificultades y motivar el cambio. Con los padres se trabaja resolver dudas, aportar pautas, y detectar miedos propios que subyacen a algunas reacciones. Así como proponer formas de reconducir la conducta del niño y aportarle las mismas herramientas en casa.